Sacar el brillo a una porcelana rebelde, «tunearla» para convertirla luego en una auténtica «bomba» cargada de ironía, humor y crítica social.
Marina Salazar «Brillo luego existo». La obra de Salazar se centra en la resignificación de figuras de porcelana vintage, que modifica y «tunea» a su antojo para despojarlas del carácter frágil que las caracteriza y convertirlas en «bombas» cargadas de ironía, humor y crítica social, apelando así a la cultura mainstream y dejando en evidencia sus carencias.

«Brillo luego existo» más que una frase, es un acto de reivindicación.
Este auténtico «arte de lo invisible» combina técnica, dedicación y un ojo agudo por los detalles. Sacan brillo a lo cotidiano a través de su trabajo silencioso y constante y a su dedicación, son los auténticos arquitectos de esta experiencia, asegurándose de que cada rincón brille con una calidez que invite a quedarse.




Siempre me han encantado los «pongos», los souvenirs y todo este imaginario kitsch que tiene que ver con la objetología. El proyecto «De corazión» basa su punto de partida en un juego de azar en Els Encants. Allí es donde empieza mi coqueteo y flechazo entre algunas piezas del mercado.
Jugar a darles una segunda vida y proyectar otras posibilidades en la figura original, es casi la parte más divertida de todas (tengo que confesar). Pero es a partir de la restauración y la transformación de materiales como acabo creando estas piezas donde la innovación y lo clásico se unen para dar paso a un nuevo objeto decorativo lleno de color y controversia.



Piezas únicas que subvierten temas de actualidad como el capitalismo, el empoderamiento femenino, la frivolidad o la religión. Fetiches y souvenirs hackeados con personalidad propia que hablan desde la tridimensionalidad de la cultura pop y ponen encima de la mesa temas de debate y crítica social.
Marina Salazar, artista, diseñadora, doctoranda y fundadora de No Queda Tinte, reside en Barcelona. Es minimalístamente-barroca, un poco kitsch y le encantan los retos creativos para entrenar sus rubias neuronas.


Compagina su estudio y taller con la docencia en universidades de Artes y Diseño de Barcelona (grado, másters y postgrado). Enamorada de la estética kitsch y de las figuritas de segunda mano, empieza su carrera artística hace unos años como hackeadora de pongos, restauradora de piezas y transformadora de objetos que recupera de tiendas de antigüedades.
Su provocativa obra, ha sido expuesta en galerías y eventos, como tales como La Plataforma o Festival Misonny, además de haber participado en múltiples charlas y conferencias por toda España a lo largo de estos años. ?Uno de sus últimos logros fue ganar el premio Crema, galardonada con el “Cinturón al Talento” otorgado al mejor estudio emergente.

Tras haber iconografiado uno de sus diseños más conocidos y virales de estos tiempos, la Tetamundi en la escenografía de Rigoberta Bandini de “Ay Mamá”, sigue muy activa con sus proyecto artístico personal y su doctorado al rededor de la objetología y estas figuras de porcelana como herramienta de investigación y contenedoras de poder.
Marina Salazar «Brillo luego existo» Por Ornithoptera Alexandrae
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