Coordinada por la OTAN y ayudada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el objetivo de la red Gladio era luchar contra la expansión y consolidación de la izquierda tras la Segunda Guerra Mundial.
«Gladio»: la red paramilitar secreta de la OTAN que sembró el caos en Europa. La “Guerra Fría” fue un periodo histórico marcado por la lucha entre dos superpotencias mundiales antagonistas, Estados Unidos como líder del mundo capitalista y la URSS como la madre del bloque socialista. Sin embargo, la lucha entre ambas potencias no estalló de manera directa. Cada una de las partes, mediante terceros, intentó arrinconar a la otra, imponiendo su modelo por ahí donde pasaba.
En este esfuerzo de arrinconar al otro, EE.UU. fue especialmente activo: la cantidad de intervenciones directas e indirectas (guerras militares y psicológicas, golpes de Estado, procesos de desestabilización y control etc.) superó ampliamente a las efectuadas por la URSS, provocando miles de muertes y un reguero de sufrimiento y miseria a nivel planetario.
Inmediatamente después de que finalizara la Segunda Guerra Mundial, Europa se convirtió en uno de los campos de batalla más importantes. Estados Unidos, bajo la pretensión de detener el avance del comunismo y con la ayuda de diversos grupos (fascistas, ultraderechistas, derechistas, democristianos etc.), logró instalarse y afianzarse al oeste del bloque oriental. Sin embargo, en aquellos tiempos, existía una amenaza creíble que plantaba cara a la implementación del modelo capitalista y a la consolidación de la agenda diseñada a 7.000 km de distancia, en Washington: los movimientos comunistas que salieron reforzados de la Segunda Guerra Mundial.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los movimientos comunistas tenían mucho arraigo en algunos países de Europa occidental. Estos eran los casos de Francia, donde llegaron a ser primera fuerza, pero también de Italia, Checoslovaquia, Finlandia e Islandia. Esto se debió, principalmente, a que sus miembros encabezaron los movimientos de resistencia contra el nazismo. Es en este contexto donde Estados Unidos y los poderes contrarevolucionarios empezaron su clandestina lucha contra la expansión de la izquierda en suelo europeo y plantaron el germen de lo que a partir de la década de los 60 se conocería como la “Operación Gladio”.
Los ejércitos secretos de la OTAN tenían como objetivo luchar contra el comunismo. En un primer momento, esta amenaza procedería desde el otro lado del telón de acero. Sin embargo, cuando las esferas de influencia en Europa se consolidaron y se comprobó que la URSS tenía más interés en mantener su esfera de influencia que en expandir la revolución mundial, los objetivos del operativo fueron reconfigurados. Así, el enemigo ya no estaba fuera de las fronteras, sino dentro de ellas. Estos insiders eran las agrupaciones comunistas, aunque también se incluían entre los enemigos agrupaciones políticas y/o sociales relacionadas a la izquierda política – Marcos Ferreira, El Orden Mundial
EL DESCUBRIMIENTO
A principios de noviembre de 1990, el por entonces Secretario General de la OTAN Manfred Wörner reconoció ante los embajadores de 16 países aliados que la OTAN coordinaba las acciones de la red secreta conocida como “Gladio”.
El secretario general de la OTAN afirmó que los datos recibidos de los mandos militares, y en concreto del general John Galvin, comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa, eran que el SHAPE (Supreme Headquarters Allied Power Europe) coordinaba las acciones de Gladio.
La reunión se celebró pocos días antes de que, el 9 de noviembre de 1990, el por entonces primer ministro belga, Wilfried Martens, y el titular de Defensa, Guy Coeme, admitieran públicamente que “la red estaba dirigida por los servicios secretos militares y actuaba coordinadamente en diferentes países europeos”.
Esa actuación conjunta se inició, al parecer, en 1952. Sin embargo, la red Gladio fue creada inicialmente en Italia y ya funcionaba para 1947. Después Francia, Bélgica, Reino Unido, Holanda, Luxemburgo, Dinamarca, Noruega y Grecia siguieron el ejemplo. Algunas fuentes añadieron también a la lista a Alemania, Suiza y España.
El 22 de noviembre de 1990, el Parlamento Europeo aprobó una resolución en la cual condenaba “la existencia de una red clandestina de inteligencia y operaciones armadas que operó durante más de 40 años en varios Estados europeos”.
Tal y como lo menciona la resolución del Parlamento Europeo, esta red clandestina “podría haber interferido en la política interna de varios países europeos además de estar implicada en actos de terrorismo y crimen”. La red “tiene a su disposición arsenales militares independientes y recursos militares que ponen en peligro las estructuras democráticas de los países europeos”, subraya la resolución.
El Parlamento europeo impulsó a los diferentes países europeos a realizar investigaciones parlamentarias para poder revelar más información, pero sólo Italia, Bélgica y Suiza lo hicieron, mientras que los demás países europeos sólo reconocieron “la existencia de diferentes operativos” sin ofrecer más detalles al respecto.
El Gobierno alemán, por ejemplo, reconoció su existencia revelando que estaba compuesta por un centenar de hombres, y que, según su declaración, fue disuelta tras el derrumbe de la URSS en 1991. Berlín no ofreció más explicaciones al respecto.
«Gladio»: la red paramilitar secreta de la OTAN. Por Oier Zeberio – Eulixe