El artista se sumerge en las imperfecciones y rarezas del ser humano en la sociedad actual y las transforma en personajes surrealistas que rompen los cánones de belleza.
Iván Prieto y las rarezas del ser humano. Son piezas modeladas con gran libertad e imaginación, sin sujeción a un canon anatómico, que nos hablan de la sociedad, de sus incongruencias y contradicciones, del aislamiento de los individuos o de las propias preocupaciones del autor en su circunstancia vital.
Se sirve de materiales como la cerámica, la resina, el yeso o el bronce para crear unas figuras que parecen ser una herencia de la colorida e interesante tradición escultórica española, extravagante y teatral; establece un equilibrio entre la seriedad y lo grotesco, la realidad y la ficción con unos rostros inexpresivos y una sensibilidad que parece como si se les hubiese borrado.
Estas singulares figuras, que responden a la particular obsesión del artista con la deformidad y la revisión de los tradicionales parámetros de belleza, denominadas bailarinas, equilibristas o simplemente hinchables, representan una visión geométrica y abstracta del cuerpo humano que trasciende su apariencia física para revelar la condición del ser humano y su fragilidad. El creador de estas esculturas describe su obra como «equilibristas en la danza de la vida», una metáfora de la lucha
constante por el balance vital.
Estas esculturas combinan formas geométricas y abstractas que se transforman en cuerpos humanos. El artista trabaja con la idea del «hinchable», cuerpos que aparentan contener aire y que se abordan desde una perspectiva diferente: como objetos poéticos.
En sus creaciones, explora conceptos ligados al mundo femenino, la danza y el diseño. Sus figuras incorporan elementos de moda y diseño, como atuendos novedosos que pueden ser interpretados como objetos estéticos, pero que mantienen un componente profundamente humano.
Iván Prieto y las rarezas del ser humano. Por Michele Secondo