La obra de Juan de la Rica se presenta como un ejercicio meticuloso de equilibrio entre lo racional y lo emocional, lo estructural y lo espontáneo, lo geométrico y lo orgánico.
Geometrizar lo orgánico, el arte de Juan de la Rica. Nacido en Bilbao, De la Rica ha desarrollado un estilo pictórico que remite a una suerte de neofauvismo digitalizado, en el que la forma y el color se subordinan a una lógica compositiva precisa, pero sin renunciar al asombro, a la ironía ni a lo enigmático.
Su arte consiste, en gran parte, en geometrizar lo orgánico, un gesto que no anula la vida, sino que la traduce, la reinterpreta y la estiliza hasta otorgarle un nuevo significado visual.

La geometría en sus cuadros no es fría ni matemática, sino emocionalmente contenida. Las curvas de un cuerpo humano, los pliegues de una flor, la sinuosidad de un cabello o la expresividad de un rostro se transforman en volúmenes reducidos a planos de color.
Esta simplificación no implica una pérdida, sino una ganancia de intensidad: al despojar a lo orgánico de su ruido natural, Juan de la Rica le da voz dentro de un nuevo lenguaje, más sintético pero igualmente poderoso.




A primera vista, sus pinturas pueden parecer decorativas o incluso naíf, pero hay una profunda sofisticación detrás de esa superficie amable.
Influenciado por artistas como Henri Rousseau, David Hockney o el pop art de los sesenta, De la Rica propone una figuración que se sirve de la geometría como método para domesticar la naturaleza sin dominarla del todo. En sus composiciones hay árboles perfectos, pájaros silentes, personajes que parecen atrapados en escenas teatrales, casi absurdas, donde todo está en su sitio, pero nada es completamente real.

Geometrizar lo orgánico, en este sentido, es también una forma de suspender el tiempo. La rigidez de las formas impide el fluir natural de las cosas; las figuras parecen congeladas en una suerte de presente perpetuo, como si la pintura hubiera capturado un instante justo antes de que algo sucediera o se deshiciera. Esa quietud crea una tensión contenida, una atmósfera de espera que es tan estética como conceptual.


Otro aspecto interesante de su trabajo es el uso del color.
Juan de la Rica emplea paletas vibrantes y contrastes intensos que rompen con la lógica naturalista, contribuyendo a esa geometrización de lo vivo. El color no obedece a la realidad sino al ritmo visual interno del cuadro.
Una sombra puede ser fucsia, un cielo verde, una piel azul; todo depende del equilibrio interno de la composición, no de su fidelidad al mundo real. Esto refuerza la idea de que lo orgánico no se representa, sino que se interpreta.

Hay también una dimensión simbólica en su obra. Al reducir lo natural a formas casi abstractas, De la Rica convierte sus pinturas en escenarios simbólicos donde cada elemento puede leerse como una alegoría. Lo orgánico, geometrizado, se vuelve idea.
Un pájaro ya no es un pájaro, sino una forma que remite al deseo de libertad; un rostro ya no es un retrato, sino un espejo de introspección. Esta abstracción simbólica permite múltiples lecturas, todas ellas válidas, todas abiertas a la subjetividad del espectador.



En definitiva, Juan de la Rica no pinta simplemente lo que ve, sino que reconfigura la realidad mediante una operación estética de síntesis visual.
En su universo pictórico, la geometría no es contraria a la vida, sino una manera de entenderla desde otro ángulo: más controlado, más intenso, quizá más artificial, pero también más honesto en su artificio. Al geometrizar lo orgánico, De la Rica nos invita a mirar lo cotidiano con otros ojos, a encontrar la belleza en lo insólito, y a aceptar que, a veces, la línea recta también puede ser una forma de ternura.

Participó en UVNT ART FAIR 2025 con galería Victor Lope en una exhibición colectiva de los artistas Beate Höing (Alemania, 1966), Clara Adolphs (Australia, 1985), Franco Fasoli (Argentina, 1981), Juan de la Rica (España, 1979), Léo Dorfner (Francia, 1985) y la más reciente representación Ethel Coppieters (Bélgica, 1996). La selección para el show incluyó cerámica, pinturas al óleo y acuarelas. Cada artista cuenta con su propio lenguaje y temas, así entre todos crean una pluralidad cultural.
Geometrizar lo orgánico, el arte de Juan de la Rica. Por Rococó de la Meer.