Más de tres décadas después del efímero paso Keith Haring por el club Ars Studio de Barcelona
Keith Haring en Barcelona: «La persistencia de un legado eterno». Un mural inédito, pintado por el célebre artista y activista en 1989, fue redescubierto en la cabina de DJ del legendario espacio, cuando se preparaban las obras para demoler el edificio y construir una residencia para mayores.
La aparición de esta pieza insólita —un monigote icónico coronado con una flor roja, emblema inconfundible de su lenguaje visual— revive no sólo la memoria de una figura capital del arte urbano, sino también la vibración cultural de una ciudad que Haring amó.
Como bien recuerda César de Melero, pionero del house en España y testigo de aquella velada irrepetible, Haring pintó movido por la amistad, el impulso creativo y su fascinación por Barcelona. Este gesto, lejos de ser anecdótico, encapsula el espíritu de un artista que jamás separó arte y vida.

Keith Haring en Barcelona: «La persistencia de un legado eterno». El mural, titulado Acid, en alusión al subgénero musical que marcó la época, fue realizado en una sola noche, sin pretensión comercial alguna.
La obra, ahora tasada en 120.000 euros, ha sido objeto de deseo de la Fundación Keith Haring, que ofreció una suma para trasladarla a Estados Unidos. No obstante, su destino sigue en disputa:
¿Conservarla in situ como testimonio urbano o reubicarla en un museo? Más allá de la resolución final, lo esencial permanece claro: cualquier huella de Haring es motivo de júbilo, de reflexión y de noticia.
Porque su trazo sigue hablando. Porque su arte no envejece. Porque Haring, aún décadas después de su partida, continúa dialogando con el presente, recordándonos que la belleza, la protesta y el amor pueden —y deben— coexistir en el espacio público.
Keith Haring en Barcelona: «La persistencia de un legado eterno». Por John Headhunter. Imagen: Cesar de Melero.