Una obra profundamente introspectiva que examina el deseo, la memoria y la mirada femenina a través de una historia de amor en Francia del siglo XVIII.
«Retrato de una mujer en llamas» dirigida por Céline Sciamma. Es una de las películas favoritas de Gallery Red, que a través de un juego de opiniones las galerías que participaron en UVNT ART FAIR, exponían sobre una cartulina sus diez películas favoritas en la pared. Mostrando a los curiosos su enfoque o su sensibilidad en otro campo artístico.

Con una puesta en escena minimalista pero cargada de significado, la película se convierte en un testimonio silencioso pero poderoso sobre la libertad, la representación y lo efímero del amor.
La trama gira en torno a Marianne, una pintora contratada para realizar el retrato de Héloïse, una joven que debe casarse con un noble milanés al que no conoce. Héloïse, sin embargo, se niega a posar, por lo que Marianne debe observarla en secreto para pintarla.
A medida que las dos mujeres conviven en una isla apartada, sin la presencia constante de figuras masculinas, se desarrolla entre ellas una relación intensa, cargada de tensión emocional y erótica, que culmina en un amor apasionado pero destinado a lo efímero.
Uno de los aspectos más sobresalientes del film es el uso del silencio y la contención emocional. Sciamma prescinde de banda sonora convencional, lo que acentúa el sonido natural (el fuego, el mar, los pasos) y permite que la atención del espectador se centre en las miradas, los gestos y los silencios entre los personajes.

La ausencia de música también potencia el impacto de los pocos momentos en que esta aparece, como la escena coral de las mujeres cantando en la playa o la interpretación del Presto del “Verano” de Vivaldi, que se convierte en una epifanía emocional para ambas protagonistas.
La artista francesa Hélène Delmaire fue quien hizo todas las pinturas que pueden verse en «Retrato de una mujer en llamas».

La mirada es un tema central en la narrativa. En contraposición a la mirada masculina tradicional del cine, Sciamma propone una mirada femenina que no objetualiza, sino que busca conocer, descubrir y compartir. Marianne observa a Héloïse no con intención de posesión, sino para comprenderla, para captar su esencia.
Este acto de ver y ser vista genera un espacio de intimidad radical que se aleja de las dinámicas de poder tradicionales. La reciprocidad de las miradas se convierte así en un acto de resistencia y afirmación identitaria.

«Retrato de una mujer en llamas» dirigida por Céline Sciamma. El título de la película es en sí mismo una metáfora poderosa. Héloïse es, literalmente, una mujer retratada en llamas, no solo por la escena del vestido en combustión, sino por la pasión que la consume y que impregna cada encuadre.
El fuego funciona como símbolo del deseo, de lo transgresor y de lo que arde con intensidad pero no puede perdurar. Sciamma, lejos de idealizar el amor, lo presenta como un fulgor breve pero transformador.

La pintura, como arte y como acto de memoria, también ocupa un lugar crucial. El retrato se convierte en un objeto de resistencia al olvido, una forma de conservar lo vivido. Sin embargo, también implica una pérdida, una distancia. Marianne termina el retrato, pero al hacerlo fija algo que ya no puede tocar. En este sentido, el arte aparece como consuelo pero también como herida.
Las actuaciones de Noémie Merlant (Marianne) y Adèle Haenel (Héloïse) son contenidas, intensas y absolutamente convincentes. Con mínimos recursos expresivos, transmiten una gama rica de emociones y convierten lo que podría parecer una historia simple en una experiencia sensorial y emocional compleja. La química entre ambas actrices es palpable y esencial para el verosímil de la historia.

Céline Sciamma, reconocida por su enfoque feminista, construye una obra que cuestiona las normas impuestas sobre el cuerpo, el género y la creación artística. La película no solo narra un romance, sino que propone una relectura del amor y del arte desde una perspectiva que históricamente ha sido silenciada: la femenina.
Retrato de una mujer en llamas es, en última instancia, un canto melancólico a lo que no puede ser, pero también una afirmación de lo vivido, de lo sentido. Una historia que se graba en la memoria como un cuadro indeleble, donde el amor no necesita perdurar para ser verdadero. Sciamma entrega una película luminosa y delicada, en la que cada plano parece pensado como una pintura, y cada gesto, como un poema.
«Retrato de una mujer en llamas» dirigida por Céline Sciamma