Un artista contemporáneo cuya obra transita por un territorio único, en el que se combinan la mística, la simbología y una visión profundamente introspectiva del mundo.
El dios de los tres, un encuentro con lo místico y lo contemporáneo. Arte ecléctico como un potaje brilli-brilli, una expresión artística abierta a los estímulos que van unidos a la vida, contaminada de todo lo alrededor, a los momentos como chispas divinas, a las ciudades y su gente, a los regalos de la vida y, a lo que te llevas de lo recibido a través de la percepción.

Su nombre evoca a una deidad compleja y multifacética, refleja precisamente esa dualidad de su propuesta: un cruce entre lo ancestral y lo moderno, entre lo espiritual y lo terrenal. Cada una de sus piezas es una invitación a adentrarse en un universo personal, en el que las imágenes y símbolos se transforman en una experiencia sensorial y filosófica al mismo tiempo.

Se define como un artista multidisciplinar de culo inquieto. Trabaja en el campo con del diseño gráfico, el textil, la ilustración, la pintura mural, el arte de galería, la decoración y la escultura. La inquietud le conecta con muchas disciplinas; trata con cada proyecto ir más allá y que sea un nuevo desafío.




Su arte está impregnado de referencias culturales y espirituales que van desde las religiones prehispánicas hasta el pensamiento más contemporáneo. El artista emplea un lenguaje visual propio, en el que se entrelazan técnicas tradicionales con elementos digitales, creando una estética que parece atemporal, pero que a la vez está profundamente conectada con la era en la que vivimos. En sus obras, las figuras humanas, animales y abstractas conviven en armonía, creando una especie de altar visual que invita al espectador a reflexionar sobre la relación entre el hombre, la naturaleza y lo divino.

Una de las características más destacadas de su trabajo es la utilización de la geometría y los patrones repetitivos, que no solo cumplen una función estética, sino que también tienen una carga simbólica profunda y juega con la idea de lo sagrado y lo profano, y sus composiciones pueden verse como mapas de un viaje interior, como símbolos de una conexión más profunda con el universo.
Las líneas y formas que dibujan sus obras, ya sean vibrantes o en sombras, parecen dialogar entre sí, creando un espacio donde lo físico y lo espiritual se funden en una especie de energía invisible que fluye a través de cada trazo.

Además no busca simplemente crear una obra visualmente atractiva; su propósito es mucho más amplio. A través de sus creaciones, nos invita a cuestionar nuestra relación con el mundo que nos rodea, a revisar nuestras creencias, nuestras emociones y, sobre todo, nuestra conexión con aquello que es intangible.

En sus piezas, el espectador puede encontrar una representación de la búsqueda humana por entender lo que no se ve, pero se siente. El dios de los tres, con su arte, nos recuerda que la espiritualidad y el arte no están separados; al contrario, son dos caras de la misma moneda, dos caminos hacia una misma verdad.
El dios de los tres, un encuentro con lo místico y lo contemporáneo. Por Mónica Cascanueces.