Érase una vez: un mundo donde encajan muchos mundos
Olga Esther: «En el mundo que quiero, todos encajamos». En el vasto entramado de las sociedades humanas, la historia se ha tejido sobre un patrón recurrente de dominación y exclusión. Este paradigma, fundamentado en la negación de la alteridad y el rechazo de lo vulnerable, se manifiesta en innumerables niveles: desde la devastación de la naturaleza y el desprecio por los animales no humanos, hasta las múltiples formas de opresión y discriminación que ciertos seres humanos ejercen sobre otros.
Estas dinámicas, sustentadas por prejuicios de género, origen étnico, orientación sexual o diversidad funcional, perpetúan un ciclo de violencia y deshumanización que nos aleja de la justicia y la equidad. En contraposición a este sombrío panorama, emerge la esperanza de un mundo diverso, inclusivo y solidario, concebido desde los principios de la empatía, la compasión y el cuidado mutuo.
Tal visión reconoce la dignidad intrínseca de todos los seres vivos, trascendiendo las fronteras de la especie humana para incluir a los animales no humanos como individuos sensibles, capaces de experimentar sufrimiento físico y emocional.
Así, el respeto por la vida en todas sus formas deviene en un acto ético y ecológico, en el que la Tierra es asumida no solo como un recurso, sino como un hogar compartido, cuya integridad debemos preservar para las generaciones venideras.
Olga Esther: «En el mundo que quiero, todos encajamos». El sueño de este mundo inclusivo, donde “caben muchos mundos”, exige el abandono de la negación y el odio hacia lo diferente, reemplazándolos con el reconocimiento y la celebración de la diversidad.
Este ideal nos convoca a construir puentes, derribar muros y abrazar la otredad como una oportunidad para el aprendizaje y el enriquecimiento colectivo.
Solo en la aceptación del otro, en su singularidad y vulnerabilidad, encontraremos el camino hacia una sociedad más justa, donde la convivencia armónica sea la piedra angular de nuestra existencia común.
Creo en un mundo diverso basado en la inclusión, la compasión, la empatía y el cuidado de los demás. Un mundo en el que los animales no humanos son respetados como individuos capaces de sufrir física y emocionalmente y en el que todos cuidamos de la Tierra, como nuestro hogar y el hogar de las generaciones futuras.
Olga Esther: «En el mundo que quiero, todos encajamos». Por Rose Sioux.