El famoso urinario de Marcel Duchamp supone un antes y un después en la concepción de qué es arte y qué no lo es; una obra que, sin embargo, podría haber sido “robada”.
Sobre el posible plagio de la Fuente de Duchamp a una artista. Cuando se iniciaron las vanguardias, a principios del siglo XX, hubo un gran cambio en cómo se concebían las disciplinas artísticas y comenzó a plantearse qué podía ser arte y qué no.
Así, la fotografía cambió el paradigma de cómo se representaba la realidad y las artes debían evolucionar. Aunque, con el paso del tiempo y viendo todos estos movimientos artísticos con perspectiva, vemos que seguían pecando de poca presencia femenina.
El ready-made supone un gran añadido a las vanguardias artísticas del siglo XX. Marcel Duchamp, el máximo representante del arte encontrado (ready-made), presentó un urinario como pieza para exponer en un museo.
A día de hoy, tan solo perduran dos de los urinarios originales de Duchamp, que han sido encontrados por el historiador Glyn Thompson.
Este ha descubierto que la idea original de la obra no fue de Duchamp, sino de Elsa von Freytag-Loringhoven, una artista alemana perteneciente al dadaísmo.
El descubrimiento se ha dado a través de dos pruebas:
Por un lado, la caligrafía en el urinario. La pieza cerámica es un modelo único fabricado en una tienda de Philadelphia, una ciudad que Duchamp jamás visitó, mientras que Von Freytag-Loringhoven vivía y trabajaba en Philadelphia cuando la obra se presentó a la exposición de la New York’s Society of Independent Artists en 1917.
En segundo lugar, Marcel Duchamp argumentaba que obtuvo el urinario de la empresa J.L.Mott Iron Works, pero esta compañía jamás hizo ni vendió tal modelo.
La pieza urinaria original no sobrevivió, pero sabemos que no pertenecía a J.L.Mott porque pudo ser fotografiada por Alfred Stieglitz y, comparando ambos modelos, el de Duchamp era el mismo que el de la tienda de Philadelphia, y no el de J.L.Mott Iron Works.
Además, en todas sus versiones originales y réplicas, la única intervención del urinario es una firma lateral en la que puede leerse “R.Mutt”. El significado de esta firma es un misterio, con múltiples teorías que orbitan alrededor de su por qué.
Aunque Duchamp dijo que R. Mutt era una mofa a la empresa manufacturera J.L. Mott, el historiador Thompson cree que von Freytag-Loringhoven lo añadió como un chascarrillo referenciando a la palabra armut; en alemán, traducida como empobrecimiento. Algo que Elsa vivió durante su corta vida.
Por su parte, el crítico de arte Julian Spalding afirmó que R.Mutt podía asociarse a mutter, madre en alemán. Cuando la pieza se presentó en abril de 1917, EE.UU. quería declarar la guerra contra Alemanía y Spalding ve la caligrafía como una forma desesperada de pedir a Norteamérica que no “jodieran a su país”.
Evidentemente, como en cualquier debate sin pruebas claras, también hubo disputas en contra de esa teoría. En 2019, Dawn Adès y Bradley Bailey dijeron lo siguiente en contra de Spalding y Thompson:
«La principal debilidad de [su] teoría es el argumento de que Duchamp no pudo haber concebido la idea ni haber mandado el urinario a la exposición de la New York’s Society of Independent Artists. No existen pruebas directas para respaldar ese argumento» (…) «Es simplemente una posición demasiado rígida para defenderla», Bradley Bailey.
Bailey también añadió que es «ridículo afirmar que [Thompson] encontró ‘los dos únicos’ urinarios de ese modelo que existían en esa época». A día de hoy, la verdad aún no ha salido a la luz y ambos bandos de la historia tienen pruebas que podrían considerarse como válidas.
Sabemos que Elsa von Freytag-Loringhoven era una gran artista, pero quizás pasen años hasta que podamos afirmar con certeza que “La fuente” de Duchamp, realmente, debe atribuirse a ella.
Sobre el posible plagio de la Fuente de Duchamp a una artista. Por Patuca Rodríguez