Un tratamiento anti-edad que usa sangre de jóvenes y es puro humo. Una pequeña startup californiana está decidida a devolvernos la juventud a razón de 8.000 dólares la dosis.
El «vampirismo moderno» que pretende volvernos más jóvenes. Y con una idea que se ha hecho popular en los últimos años: las transfusiones de sangre «joven» pueden ayudar a mejorar la salud de personas de edad avanzada.
Hace unos meses, cuando hablamos de los intentos de la medicina para alargar la vida humana, ya comentamos los últimos estudios en ratones. Pero parece que es momento de volver sobre esta especie de ‘vampirismo moderno’ que solo se basa en estudios dudosos, una política empresarial cuestionable y humo, mucho humo.
El elixir de la eterna juventud
La idea de que la sangre tiene un no-sé-qué especial que nos puede ayudar a vivir más es tan antigua como la medicina tradicional. Los cirujanos-barberos no dejaban pasar una oportunidad para sangrar a sus pacientes y, ya en 1615, el químico alemán Andreas Libavius propuso conectar los sistemas circulatorios de un anciano y un niño para crear una “fuente de juventud fluyendo para que desaparezca la debilidad”.
Desde entonces, muchos científicos han estado detrás de demostrar que la sangre tiene propiedades curativas casi milagrosas. La mayoría han sido un fracaso, pero hace unos años varios grupos de investigación empezaron a encontrar algunos indicios interesantes. Los más famosos son los del neurólogo Wyss-Coray y su equipo de la universidad de Stanford realizando transfusiones de sangre joven a ratones viejos.
Lamentablemente, la mejor evidencia de la que disponemos explica justo lo contrario: la sangre «joven» no revierte el envejecimiento, pero la sangre «vieja» sí que daña a los ratones jóvenes. Esto es algo muy interesante que incluso podría explicar los resultados de Wyss-Coray, pero aún se sigue trabajando en ello.
Ambrosía, la sangre y la juventud
No obstante, al puñado de estudios positivos se agarra Ambrosia, que así se llama la empresa. Su intención es «hacer accesible esta nueva técnica médica» y, para ello, han puesto en marcha una especie de ‘ensayo clínico’con el que estudiar los beneficios de la sangre «joven».
Según Jesse Karmazin, el presidente de Ambrosia, ya han aplicado este tipo de tratamientos a 25 personas con resultados muy positivos. Tanto que los propios pacientes aseguran que «se sienten sanos por primera vez» o «parecen más jóvenes». Como podéis imaginaros, este tipo de publicidad ha sido muy exitosa y, según MIT Technology Review, ya hay más de 600 personas dispuestas a dejarse tratar. Es decir, casi cinco millones de dólares. Y sin un solo dato científico concluyente a su favor.
Vampiros modernos
El gran problema es que no hay nada que inspire confianza. Para empezar, el proyecto está liderado por Jesse Karmazin, que pese a haber estudiado en Princeton no tiene ningún título médico, y David C. Wright, un médico de 66 años que ya ha sido expedientado por administrar tratamientos hematológicos peligrosos.
Y, para continuar, los datos que nos llegan del ensayo clínico son bastante extraños. No existe ningún grupo control, ni tiene mecanismos que neutralicen la acción del efecto placebo. Además, las pruebas son parciales y tienen poco sentido (la inmensa mayoría de los biomarcadores que usan no están relacionadas con la edad). Es decir, está mal diseñado. De hecho, parece mal diseñado a posta.
El «vampirismo moderno» que pretende volvernos más jóvenes. Todo se basa en un ensayo clínico que parece más una campaña de marketing que una investigación seria
Eso no quiere decir que la línea de investigación sea un callejón sin salida, sino que aún no sabemos si es útil y/o incluso peligroso (y, por lo tanto, venderlo es éticamente cuestionable). Aunque lo que sí sabemos ya es que las transfusiones no tienen mucho sentido.
Es más, la idea de ir inyectando sangre a gente es de un exotismo que asusta. Sobre todo, por lo innecesaria que es. La opción más económica y segura sería trabajar directamente con las proteínas o componentes saludables (si existen).
Pero, claro, eso nos alejaría del espectáculo que es lo que buscan las pseudociencias de este tipo. Al final, los vampiros existen, pero no se alimentan de sangre sino del dinero y la esperanza de aquellos a quienes logran engañar.
El «vampirismo moderno» que pretende volvernos más jóvenes. Por Javier Jiménez @dronte