Exquisita fantasía romántica que mezcla con acierto la mitología griega, la leyenda del holandés errante y el folclore español.
Pandora y el holandés errante, una película a redescubrir. Desdeñada en la época de su estreno por sus pretensiones, Pandora and the Flying Dutchman constituye el que probablemente sea el mejor y más personal trabajo de Albert Lewin, director que siempre dotó a sus películas de una fuerte carga literaria.
Exquisitez, elegancia, riesgo, lirismo y la necesidad de una vuelta a los mitos son algunas de las características que definen la extraña, apasionante y singular filmografía del director norteamericano Albert Lewin.
Con sólo seis películas en su haber, Lewin ha alcanzado un lugar muy especial en el olimpo de los cineastas literarios, aquellos directores como William Dieterle, Rouben Mamoulian, Max Ophüls, Rowland V. Lee, Maurice Elvey o Michael Powell y Emeric Pressburger, quienes crearon filmes hipnóticos y esotéricos, películas que van mostrando sus secretos celosamente guardados con cada reposición, pero que al mismo tiempo son ignorados por las nuevas generaciones de cinéfilos, que apenas pueden disfrutar de una revisión de sus filmografías completas.
Pandora y el holandés errante, una película a redescubrir. Albert Lewin, un observador del alma humana
El caso de Albert Lewin es excepcional, un ejemplo de observador del alma humana con amplios saberes arqueológicos, artísticos y mitológicos, poseedor de un profundo conocimiento de los clásicos de la Literatura.
Hesíodo, Omar Khayyám, Oscar Wilde, Somerset Maugham, Francis D’Autheville, Guy de Maupassant, etc., aparecen en sus guiones una y otra vez ligados de una manera íntima a la realidad visual de sus obras.
Su cine no es sino una puesta en escena de los recursos literarios más seductores aprehendidos en infinidad de lecturas y volcados en una nueva forma, la cinematográfica, con un enriquecimiento plástico como pocas veces ha conocido el Séptimo Arte.
Pandora y el holandés errante, una película a redescubrir. Fuente: Rose Sioux