Nunca te lo preguntarán a la cara, pero lo verás por la forma que sonríen sus ojos, con una leve curva hacia arriba. La misma sonrisa que los lobos antes de devorar a la presa. Quizás la hayas escuchado en otros formatos, como por ejemplo para preguntar para qué sirven los charcos, o explicar con detalle el porqué los gatos son tan suaves. Como gotas de agua cayendo sobre el abrigo, sabes que no llegarán a calar, todo lo más, harán un poco más pesado tu viaje. Pero ¿alguna vez te has enfrentado a un lobo?
Yo sí. Hace tiempo, estuve encerrado con una persona durante una semana, intentando explicarle el porqué es necesaria la poesía. Bueno, no dediqué toda la semana a ello, pero dediqué muchas horas a intentar taladrar aquel misterio y nunca lo logré. Algo debí hacer mal, aquel chico acabó muy frustrado, rozando la violencia psicológica. Yo sólo intentaba averiguar cómo funcionaba una mente que no entiende que la poesía es necesaria en este mundo. Busqué muchas otras palabras, como belleza, significado, intuición, anhelo, melancolía o inquietud. Al tipo no le valía ninguna de ellas, ya que no entendía que podemos usar palabras para cosas perversas, cosas para las que no están diseñadas. De hecho, las palabras no son herramientas, son llaves. Llaves para abrir puertas que aún no conoces. La metáfora. la más poderosas armas del lenguaje, es lo que transforma una simple palabra en un universo completo de significados. Y claro, la poesía se alimenta de metáforas, de palabras y de sonidos que resuenan en tu cabeza hasta calar tu cuerpo y finalmente, tu alma.
Llámalo poesía. Llámalo belleza. Intenta explicar porqué una mirada, en un momento dado, puede ser una obra de arte. Explica por qué un tipo gritando con una guitarra, palabras aparentemente sin sentido, pueden hacerte llorar. Es un reto difícil, es muy difícil enseñar a alguien a apreciar la belleza. ¿Cuando aprendimos nosotros a hacerlo?, ¿nos enseñaron primero o nos acercamos muertos de curiosidad después de sentir algo inexplicable en nuestro interior?
Algo tendrán las palabras, cuando incluso después de traducirlas, cambiando su sonoridad y significado, todavía te hacen sentir algo poderoso, intangible, algo que resuena con lo más profundo de tu interior, algo que tampoco conoces bien. Dos desconocidos, él y tú, que se llevan bien sin haberse sido presentados. ¿Existe algo más ajeno al orden?, ¿existe algo más parecido al destino como esas palabras hechas para tí, sin haberte conocido jamás?, ¿existe algo más grande que un amor ciego e imposible?
¿Para qué sirve la belleza?, ¿porqué algunos nos obsesionamos con ella?, ¿porqué nunca es suficiente?, y lo más importante de todo, porqué la perseguimos si no la podemos poseer?
Para eso sirve la poesía, para atrapar la belleza entre palabras, para compartirla, para beberla y dejar que nos traspase, y volver a sentirla, una y otra vez. No podemos poseerla, pero podemos empaparnos en ella, emborracharnos y cerrar los ojos para vivir ese instante de enajenación emocional, salirnos de nosotros mismos y conectar con algo más eterno. Bendita poesía, bendita pintura, bendita música que nos hace salir de nuestra prisión carnal y conectar con el mundo de nuestra infancia, y correr libres por los jardines encerrados en nuestros sueños.
Pensar que se puede vivir sin poesía es vivir sin color, sin música, sin emociones que desbordan. La poesía es lo que nos hace crecer como personas, dejar de ser lo que somos y empujarnos a lo que podemos ser. Es el puente entre dos mundos, la realidad y los sueños. ¿Cómo vivir sin poesía?
Antes prefiero vivir sin aire que respirar, sin tierra donde pisar. Sin poesía, no hay amor. Sin poesía, sólo hay paz. La paz de los muertos.
Por Nicholas Avedon (https://nicholasavedon.com)
Imágenes de Marto Miguel Ángel Martorell