La psicodélica película anti-drogas que el gobierno de Estados Unidos alguna vez promovió.
La propaganda anti-drogas que inspira a drogarte. En el vasto imaginario de la propaganda antidrogas, pocas piezas resultan tan paradójicamente fascinantes como la psicodélica adaptación de Alicia en el País de las Maravillas promovida por el gobierno estadounidense en plena efervescencia de la llamada «guerra contra las drogas».
En un esfuerzo casi quijotesco por inmunizar a la juventud contra los supuestos estragos de las sustancias ilícitas, el National Institute of Mental Health dio a luz un filme cuya estética y narrativa, lejos de disuadir, parecen una invitación camuflada al viaje lisérgico.
La ironía es deliciosa. En su afán de sembrar el miedo, la película se adentra en terrenos visuales y narrativos que evocan de manera involuntaria los mismos estados alterados de conciencia que pretendía condenar.
Es un delirio de colores vibrantes, secuencias oníricas y una lógica errática que, más que advertir sobre los peligros del consumo, termina siendo un festín visual para cualquier espectador con inclinaciones psicodélicas.
La propaganda anti-drogas que inspira a drogarte. Esta contradicción no es un caso aislado dentro de la cruzada prohibicionista que marcó el siglo XX.
La «guerra contra las drogas» ha estado plagada de absurdos, cimentada más en intereses políticos y económicos que en un genuino afán de bienestar social. Desde campañas de desinformación hasta narrativas exageradas sobre los efectos de ciertas sustancias, la historia de la prohibición está salpicada de intentos por controlar el imaginario colectivo a través del miedo.
Sin embargo, al igual que la Alicia de Lewis Carroll, el espectador curioso puede encontrar en esta obra propagandística un inesperado trampolín hacia la reflexión. ¿Hasta qué punto los discursos oficiales han moldeado nuestra percepción sobre las drogas? ¿Cuántas verdades han sido distorsionadas en nombre del control? Quizá, después de ver esta joya del absurdo, más de uno se pregunte qué tan profundo es realmente el agujero del conejo blanco.
La propaganda anti-drogas que inspira a drogarte. Por Mónica Cascanueces.