Este texto fue escrito para acompañar la presentación de «Hombres coronados» en Es Baluard, Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma [11 de febrero de 2015 – 22 de marzo de 2015] La presentación de carácter procesal, formaba parte del programa de apoyo de artistas Les Clíniques d’Es Baluard y constaba de una proyección audiovisual de veinte fotografías y dos mesas de documentación. Paralelamente se llevaron a cabo diferentes actividades tomando como base los planteamientos del proyecto, como el encuentro de debate abierto del día 7 de marzo de 2015, sumándose a los actos de celebración del Día Internacional de la Mujer o el coloquio «Masculinidades coronadas» del 19 de marzo de 2015 con la participación de Pere Sullana, Jeroni Obrador, Noelia Bravo, Antoni Colom y Marta Pujades.
Dentro del programa de apoyo a creadores de Les Clíniques d’Es Baluard y durante el periodo de tiempo que gira en torno al día de la mujer trabajadora (8 de marzo) programamos una serie de acciones para dar a conocer el work in progress de Marta Pujades (Palma, 1990) iniciado en 2014 bajo el titulo de «Hombres coronados» y enlazando así directamente con la línea de investigación que Es Baluard desarrolla sobre cuestiones de género y transgénero.
Marta Pujades es una artista que recurre habitualmente a la imagen, en su forma fotográfica de base retratística, como medio para realizar exploraciones sobre la identidad y los roles que los seres asumimos socialmente. Jean Baudrillard escribió para uno de sus artículos un título que avanzaba una problemática que aun hoy exige un debate profundo. Bajo el epígrafe de “Todos somos transexuales” decía que “Cuando el destino del cuerpo es convertirse en prótesis, resulta lógico que el modelo de la sexualidad sea la transexualidad y que ésta se convierta en todas partes en el espacio de la seducción. Todos somos transexuales. Así como todos somos mutantes biológicos en potencia, también somos transexuales en potencia. Y ni si quiera es una cuestión de biología. Todos somos simbólicamente transexuales.”
A través de la presentación de esta obra de Marta Pujades así como de las actividades paralelas y documentación que la acompañan Es Baluard desea realizar una aproximación abierta a la cuestión de las nuevas masculinidades, y su relación con los feminismos.
En «Hombres coronados», Marta intersecciona lo performativo relacional con un proceso serializado de antropóloga amateur basado en la estructura clásica del retrato heredero de la pintura decimonónica y el modelo de representación clásico de Adonis. En 1843 Francesc Muntaner abrió el primer gabinete fotográfico de Mallorca, el resto eran estudios ambulantes siguiendo la tradición de los pioneros, el modus operandi que Marta utiliza es muy similar improvisando un estudio en el exterior con los ingredientes de atrezzo y actitudes propias del retrato de gabinete.
En primera instancia plantea el debate sobre la imaginería sexuada recurriendo al arquetipo masculino de poses establecidas en la historia de la pintura con modelos efebizados según los ideales clasicistas. Así utiliza el retrato tradicional como recurso de comunicación directo y testigo de un doble juego, el que enfrenta la mirada del protagonista de torso desnudo pero con ciertos atributos identitarios (tatuajes, piercings, barba o no…) frente a la autora que les reta ante la cámara por una parte, y por otra aquel derivado de la consciencia de asumir un rol más allá de la exhibición pública y simbólica que la sociedad les ha atribuido por el hecho de ser hombres.
Contemporáneamente Leonce Raphael Agbodjélou en sus Musclemen series de 2012 aborda con los fisioculturistas de Benin ya reflexiones próximas pero desde una vertiente diferente y que podría ser complementaria a esta que presentamos. Ambos aluden a la representación de la sexualidad, masculinidades de gays, bisexuales y heteros que han estado marcados por los roles sociales y los conceptos de género normativizados.
Aquí sin embargo la construcción a priori de la imagen revela, no sin cierta ironía, que los hombres retratados no se sienten identificados con la masculinidad hegemónica ni con los símbolos de poder masculino heterosexual y de dominación patriarcal. Si analizamos la función que adoptaron los hombres de la antigua Esparta o su papel en el kabuki japonés, asumiendo la esencia misma de la mujer, o la explotada ambigüedad de figuras del rock como David Bowie o Patti Smith que tienen su inspiración más inmediata en el prototipo andrógino de Wincklemann o los bacos romanos, entenderemos que estas imágenes han existido junto a nosotros a lo largo de la historia de la humanidad pero solo en raras ocasiones traspasaron epidérmicamente la problemática de los sexos.
La androginia, mencionada por primera vez por Platón en su obra «El Banquete» alude a seres tanto masculinos como femeninos. Quedan por supuesto también referencias a las iconografías desviadas y crisis de la representación que ya extendió ciertos debates desde las prácticas contemporáneas al hilo de la crisis del sida en los ochenta y el movimiento queer. De todos ellos destacaremos por precursoras la exposición “What she wants” (1993) en Impressions Gallery comisariada por Naomi Salaman o la muestra “Fémininmasculin. Le sexe de l´art” (1995) exposición del Centre Georges Pompidou. Su derivación y propagación de la publicidad a los videoclips, arrinconaron sus avances hacia la frivolidad esteticista expandiendo la imaginería ad hoc sin pretender ahondar en las pasadas y nuevas crisis de las masculinidades.
De esta manera el sistema heterosexista como entramado simbólico y social hace que la heterosexualidad normativizada y sus paradigmas establecidos (matrimonio, procreación, monogamia… etc) sigan aun hoy en día su aplicación estandarizada en las diferentes formas de expresión, medios de comunicación y educación y sin una revisión crítica del sexismo.
A través del ejercicio que Marta propone a sus participantes –la serie de hombres que aceptan ser fotografiados para el proyecto- se produce un movimiento dialéctico entre el momento de la construcción de la escena, la pose y el registro propiamente, un espacio de relación y revelación. La performatividad tomada con humor e irreverencia hacia el icono tipo, conduce a la desacralización del mito y a la revisión de otras formas de afrontar la masculinidad y como espejo, su relación con las mujeres y las políticas de los géneros.
Este muestrario que la artista construye como plataforma para hablar de la identidad y del juego de roles revela alguna de sus estrategias para diseccionar el estatuto ontológico de la imagen e intervenir desde la complicidad entre sexos en el presente.
Texto: Nekane Aramburu