El futuro de nuestras ciudades cada día está más en entredicho, los entornos urbanos están en constante actividad y evolución.
Buscando la inteligencia en las «Smart cities». Existen previsiones que aseguran el aumento de población muy significativo en las ciudades.
La migración hacia las urbes provocará un desequilibrio en territorio llegando estos núcleos a consumir el 75% de los recursos naturales y generando el 80% de los gases de efecto invernadero.
Para ello se plantean soluciones a largo plazo que traten de reducir las emisiones de carbono y el consumo de energía. Las ciudades inteligente (o smart cities) aparecen como una respuesta técnica y sumamente compleja para gestionar los recursos de la ciudad y las fuentes de energía.
Buscando la inteligencia en las «Smart cities» El desarrollo de las Smart Cities
El intercambio de datos nace en torno a la mitad del siglo XX de forma encubierta, no será hasta 1983 cuando se da acceso de forma masiva a universidades y centros de investigación.
Internet propiciará un gran avance para la comunicación y las relaciones sociales. Tras un desarrollo acelerado de estos últimos años las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) y nuevas técnicas de información y comunicaciones (NTIC) han tomado más presencia en nuestra forma de vida y hogares.
Mediante un despliegue sin igual de tecnología que aún está por llegar se crea un discurso político y económico construido alrededor del concepto de smart cities.
Una ciudad supraconectada en constante proceso de mejora que trata de poner la tecnología al servicio del ciudadano.
Las claves de la ciudad 2.0 se basan en la optimización procesos urbanos mediante el uso de la tecnología. Una red que se sustenta en cuatro aspectos: comunicación, eficiencia energética y sostenibilidad, socialización y gestión de la administración pública.
A través de las TIC Y NTIC se hace una monitorización de la ciudad y de los individuos que residen en ella, con el fin de crear una red de información que permita la transferencia libre de datos (open data) que ayude a entender comportamientos para optimizar procesos urbanos.
La ciudad ofrecería datos de carácter abierto al ciudadano, pudiendo en algún caso responder a fines comerciales. En la actualidad existen modelos para la recolección, procesado y explotación masiva de datos llamado BIG-DATA.
Para poder optimizar los servicios municipales se debe hacer una gran inversión en tecnología para la captación de información, multitud de sensores, cámaras, un sinfín de inventos para recoger información de aparcamientos, alumbrado, tráfico, control ambiental y residuos.
El rastro digital muestra valiosa información y parte de nuestra intimidad, datos que permiten un control a tiempo real de todos los movimientos en la ciudad.
Existen muchos mitos entorno a este concepto de ciudad. El sociólogo y economista Jeremy Rikfin presidente de la Foundation on Economic Trends estudia el impacto de las nuevas tecnologías en la economía, sociedad y medioambiente. Las redes de distribución de energía o Smart Grids, pretenden adaptar los consumos a las redes.
La descarbonización de la red consiste en reducir la dependencia que tenemos por la utilización de fuentes de energía no renovables. Aportar por la energía renovable y limpia como contrapunto a los combustibles sólidos, existen edificios NZEB (Net Zero Energy Building), que son edificios con un consumo de energía casi nulo siendo el propio edificio una planta de producción de energía.
El argumento de la sostenibilidad y la capacidad que existe para transmitir valores y promesas que en la actualidad van en la dirección opuesta. El concepto de las smart cities queda forjado en una serie de etiquetas.
El discurso de la ciudad inteligente se forja mediante la etiqueta de la sostenibilidad ambiental, aunque existe la cuestión económica. Las multinacionales ven una oportunidad de negocio y un interesante producto de marketing como ocurrió con la revolución del smartphone.
No existe cambio alguno si se siguen los viejos patrones de producción, comercio y promoción basados en la ciudad de consumo.
Steve Lewis, exdirectivo de Microsoft, eligió la localidad de Paredes cerca de Oporto en Portugal para llevar a cabo su proyecto de ecociudad inteligente. Los edificios tendrán la etiqueta de ecosostenibles alojando a 225.000 personas, se pretende optimizar mediante el uso de la electricidad que es más verde.
El nuevo modelo de ciudad supondrá un gasto de 10.000 millones de euros, en un país que demandó un rescate por 78.000 millones y presenta una tasa de pobreza infantil que ronda los 650.000 niños y jóvenes.
Otros lugares como Abu Dhabi o China planean hacer macrociudades tecnológicas. En España los proyectos constituyen soluciones aisladas y específicas para solucionar una determinada problemática como por ejemplo el transporte público o implementar la recogida de residuos.
La tecnología debe ser un instrumento, no una solución del problema. Una herramienta de diseño y planificación capaz de generar oportunidades.
Las soluciones al cambio climático y desarrollo sostenible implican un cambio de actitud y comportamiento por parte de empresas y ciudadanía, es imposible conseguir abordar un problema tan complejo con sólo «inteligencia artificial».
Las relaciones sociales son las que generan la inteligencia en la ciudad, la utilización de esos datos para la elaboración de un pensamiento crítico ayudarán a construir y remodelar las ciudades del futuro.
Buscando la inteligencia en las «Smart cities» Por Emilio López Fernández