Con las nuevas decisiones del Gobierno y planteamientos educativos, la filosofía está, una vez más, en el candelero. ¿Es útil? ¿Sirve para algo? ¿Tiene sentido cultivarla en el siglo XXI? ¿Merece la pena estudiarla y enseñarla? La filosofía no es útil ni inútil: es inevitable. En realidad, estas cuestiones yerran el tiro. Emilio Lledó se refiere…