No es lo mismo el “¡ay!” cuando te pillas un dedo que el “¡uy!” cuando comentes un error. ¿Qué tiene que ver el cerebro? ¿Por qué unas veces dices “UY” y otras “AY”?. Ocurre de forma inmediata. Te das cuenta de que se te ha olvidado reservar la pista de pádel, o… ¡que has quitado…