Con el objetivo de hacer evidente el arte desde criterios propios de independencia intelectual, las obras de Golucho muestran el crudo realismo, la pura definición del arte por el arte
Golucho hace evidente el arte intelectual. Como punto de partida, sus trabajos reflejan el estado del alma del ser humano, retratando personajes intensamente singulares, marcados por la vida, por la crueldad. Golucho es un artista del pueblo y las figuras que pinta son una mezcla entre lo sórdido y lo delicado, retratos que muestran las personas y su entorno, representando momentos cotidianos.
Golucho, seudónimo de Miguel Ángel Mayo, nació en Madrid en 1949, donde aprendió pintura de forma autodidacta estudiando la colección pictórica del Museo del Prado y del Casón del Buen Retiro.
Entre los años 1964 y 1969 residió en París, donde vivió intensamente la convulsa vida política y social de la época y entró en contacto con la más pura bohemia artística. Con su regreso a España inició un proceso de relación con la pintura y sus posibilidades expresivas dentro del realismo, adquiriendo, hacia los años 90, un lenguaje personal.
Las obras de Golucho muestran el crudo realismo
Es un autor inconformista e inclasificable y su producción es de una personalidad extraordinaria. Formado en la más pura estética castellana, realiza obras de una profundidad y de una expresividad remarcables. Golucho nunca ha buscado gustar con sus dibujos y pinturas, pero si ha querido plasmar la realidad de los personajes que le obsesionan, personajes del día a día, que cobran vida propia a través de sus pinturas.
En 2007 ganó el «II Concurso de Pintura Figurativa» organizado por la Fundación de las artes y los artistas, lo que contribuyó en gran medida al conocimiento público de su obra. Con autores de renombre como Antonio López y Dino Valls, entre otros, Golucho ha fundado el grupo «La gallina ciega», sin duda uno de los núcleos de mayor calidad de la pintura española contemporánea. La obra demuestra la rotunda actualidad de los cánones estéticos de un pintor de rabiosa personalidad como es Golucho.
«Lo que de bueno hay en un cuadro nunca está pintado». Esta frase de Golucho adquiere especial sentido cuando se le escucha hablar de sus obras, las técnicas empleadas, la forma como ha plasmado sus ideas, y las circunstancias que rodean el trabajo y sus modelos. Su crudo realismo es la pura definición del arte por el arte, fuera de los círculos, las exposiciones y los concursos.
Autoexigente y autocrítico, Golucho pinta cuando el cuerpo se lo pide, vuelve sobre sus obras cuando detecta que algo no está bien (es el peligro de tener la obra en casa, dice), agranda, recorta o rompe los cuadros cuando tiene que hacerlo, y se vale de cualquier proceso que sirva al objetivo final: llegar a ese punto en el que te das cuenta que has conseguido lo que estabas buscando.
Golucho hace evidente el arte intelectual. Por Abraham Esparza Velasco