El documental sigue la gira de despedida del mítico grupo punk y retrata sus orígenes rurales y espíritu contestatario que sobrevive a las décadas. Cuarenta años orgullosos de no ser nada
«No somos nada», el documental de La Polla Records. No hace falta presidir el club de fans del grupo de punk rural La Polla Records para disfrutar de la estimulante película de Javier Corcuera, ‘No somos nada’, celebrando los 40 años de una banda creada para acabar con el aburrimiento de mierda que suponía para Evaristo Páramos y su cuadrilla la simple vida de pueblo.
Tampoco importa si conoces o no su trayectoria extensa –más de 30 discos editados, algunos en directo– para teletransportarte a alguno de sus potentes conciertos, despojarte de todo menos el sostén y dejar que te carguen unos hombros recios mientras te desgañitas con sus estribillos. El brazo alzado mientras el puño busca atravesar el cielo.
Javier Corcuera (Lima, 1967) creció con las canciones de La Polla en cintas de casete recreando en su cabeza lo que por fin ha podido llevar a la pantalla. «Unas puestas en escena que me entusiasmaban antes de conocerles personalmente.
Por fin, una tarde me presentaron a Evaristo Páramos (Tui, Pontevedra, 1963) cuando la banda ya se había disuelto. Al juntarse para la gira de los 40 años, fueron ellos los que me llamaron para hacer la película. Mi respuesta fue un inmediato sí».
Títulos como Revolución, Toda la puta vida igual, Ellos dicen mierda, nosotros amén, Hoy es el Futuro, La polla en tu recto… han recorrido España y América Latina conectando con la gente y lo que les importa.
Del pueblo de Salvatierra/Agurain, donde la banda vino al mundo obviamente en un bar, el Otxoa, hasta las mismísimas Malvinas, el público, a grito pelado, comparte sus consignas. «I hate kalimotxo, I don´t need lehendakari. I don´t like perretxiko, I don’t wanna patxarán», de Gora Mari, interpretada también por Gatillazo, la banda con la que Páramos continúa dando guerra.
Fernandito (batería), Abel (bajo) y Sume y Txarly (guitarras), montaron la formación original. 300 canciones a un ritmo enrabietado desde 1979 con una interrupción en 2003 (en 2002 fallecía su guitarra Fernandito por un ataque al corazón), volviendo en febrero de 2019 con cuatro conciertos en España y ocho en América Latina, sin saber bien hasta cuándo.
¿Es No somos nada la verdadera despedida de La Polla Records?
«He intentado hacer un documental que descubra la historia de una cuadrilla de pueblo que de pronto atraviesa fronteras y salta brechas generacionales. Hemos querido rodar una película de buen rollo, disfrutona, que se rinde ante la actitud de unos amigos que además de no saber tocar, empezaron sin saber cuántas cuerdas tenía un bajo. Pero, contra todo pronóstico, acaban llenando estadios de miles y miles de personas al otro lado del charco», explica Corcuera.
«Resulta excepcional comprobar cómo sus letras se adaptan perfectamente a la realidad de cada país. México, Colombia, Argentina y tantos lugares donde cada canción se escucha como un himno». ¿La razón de que hayan durado tantos años?
“Quizás sea que detrás de su historia hay muchas capas de amistad, de sucesos azarosos y de asuntos que ellos mismos quieren desmitificar», sigue Corcuera. Como si Evaristo, todo un personaje, se sospechara destinado a ser un mito a su pesar…
«Páramos es tal y como se muestra en la película», confirma el director. «Casi todas las conversaciones o soliloquios que grabamos transcurren en el monte, siempre con la cámara detrás, siguiendo sus paseos. Se hizo así porque él lo propuso. Igual que los descansos junto al roble, su árbol favorito.
Es el propio Evaristo quien se ríe de sí mismo. Su relación tan especial con el campo también nos sorprendió a todos. Ya lo explica cuando asegura que no hace falta nacer en una ciudad industrial para ser punk. La Polla se consideran una banda de clase que, para ser de pueblo, no ha estado nada mal».
Páramos no esconde secretos cuando habla de La Polla. «Éramos más malos que pegarle a un padre con un calcetín sudado», comenta en un momento del documental donde no se muerde la lengua. «Ya le daré un repaso a la película antes de que salga. Le voy a pegar más recortes que Franco».
«No somos nada», el documental de La Polla Records. La amenaza no se cumple por innecesaria. Antes de llegar a las 70 salas en las que se estrenó la semana pasada No somos nada, se presentó en el Festival de Cine de San Sebastián y en el In-Edit de Barcelona, donde consiguió el Premio del Público.
Pero la verdadera première, la mejor, aunque la más arriesgada, ocurría en el cine Aguraín, pueblo natal de la banda. Una sala recuperada en 1997 tras 15 años con la pantalla en blanco.
«Hicimos un pase solo para ellos, la familia y los amigos», recuerda Javier Corcuera. «Les gustó a todos muchísimo; por suerte no puso nadie ni una pega. Aquello del tijeretazo fue otro de sus chistes, porque Evaristo es un tipo con mucho sentido del humor.
Hablando como director, diré que de todos mis proyectos, este es el que he rodado con menos previsión y sin guión apenas. No había forma de planificar porque teníamos que seguir a Evaristo, literalmente, allá donde fuera. Esa es la razón por la que quiero destacar el montaje, año y medio, obra de Martin Eller, amigo desde los tiempos universitarios. Y las fabulosas animaciones de Manuel Viqueira, que son mucho más que recursos de transición.
La intervención de Pilar Pérez, su madre, también fue idea de Evaristo, entre otras cosas porque jamás había visto un concierto de La Polla Records», cuenta Corcuera.
«Le gustaba cantar a gritos. Era un chico normal, con sus ideas, claro. Yo le decía a mi marido, ¡ay, que nos lo van a empapelar!», recuerda Pilar, desenvuelta ante la cámara, exhibiendo su tipazo y su entusiasmo con un espíritu que ya quisieran muchas personas con la mitad de sus 83 años.
En la trayectoria de Evaristo Páramos se incluyen otras formaciones como, The Kagas, The Meas y luego Gatillazo, su banda más estable desde La Polla Records.
También ha escrito libros: Qué dura es la vida del artista, Cuatro estaciones en la locura o Por los hijos, lo que sea. Evaristo tiene tres. La última niña le hizo padre con 58 años.
Junto a Evaristo, completa el reparto Abel, el bajista dulce de ojos color mar, que desde la barra del mítico Bar Otxoa explica por qué se recrea en su ignorancia. «Cuando empecé con La Polla no sabía ni cuantas cuerdas tenía un bajo. Pero tampoco he querido aprender mucho, no fuera a cambiar el concepto».
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Nota: En este reportaje hemos escrito diez veces la palabra polla con mucho gusto y sin miedo al lápiz rojo. Gracias a Evaristo y su cuadrilla por haber convertido una palabra casi prohibida por la corrección en todo un nombre propio.
«No somos nada», el documental de La Polla Records. Por Sol Alonso