Este artista de historietas, Tomer Hanuka, se adentró en el universo de Marvel utilizando una pluma y la tenacidad para llegar al escalón más alto de la ilustración artística
Las cinematográficas ilustraciones de Tomer Hanuka. Tomer Hanuka satura cada uno de sus dibujos con una calidad de ensueño que trasciende la representación típica de la figura heroica.
«Crecí en un país que surgió a partir del conflicto. Donde el ‘héroe’ predominante en nuestra cultura era un soldado. Naturalmente, busqué un escape y terminé consumiendo otro tipo de fantasía que me guío hacia mi trabajo actual.»
Lleno de esplendor cinematográfico, su trabajo normalmente conlleva el cine. Un buen número de sus diseños son reelaboraciones de clásicos como The Tree of Like de Terrence Malick, y Dr. Strange Love de Stanley Kubrick.
Hanuka se mudó a Nueva York a los 22 años, donde completó su licenciatura en la Escuela de Artes Visuales. Junto con su hermano gemelo, Asaf Hanuka, han trabajado con medios impresos –con Tomer realizando su sueño de aparecer en la portada de The New Yorker– trabajando con una estética inspirada en el anime de una colección de novelas y cómics gráficos.
Hanuka se ha convertido en un apreciado dibujante con un estilo muy personal, claramente inspirado en el cómic. De hecho, el propio artista hace historias gráficas elabora portadas de éstas, especialmente para las casas Marvel y DC. En ese sentido, sus obras más conocidas son la Wolverine Chop Shop (Lobezno), The Divine, The Big Question (Top Shelf Comics) y The Placebo Man (para Alternative Comics).
En muchas de sus portadas en New Yorker, el balance asimétrico entre dos personas diferentes categorizan las distinción estética del trabajo de Hanuka. El artista cuenta que su meta en la ilustración es la narrativa a través de lo visual. Para el artista, su medio bidimensional es similar a una historia con su caracterización respectiva y giros dramáticos. El proceso de componer imágenes contribuye al tipo de cuento que Hanuka cuenta: ¿Será una historia de terror, un drama, o una fantasía?
Hablando de su más reciente portada en New Yorker, el artista israelí comparte sus prioridades al escoger la mejor escala y diseño de color que queden con la ilustración. «Me gustan los momentos que se sienten casuales y con significado al mismo tiempo, entonces la ‘acción’ de las figuras es casi pasiva. Pero cada parte del dibujo está ahí por una razón y la composición es lo suficientemente intensa para saber qué es lo que está pasando.»