La periodista Beatriz Montañez ha recogido esa experiencia en un libro, ‘Niadela’ (Errata Naturae), en el que describe con precisión y sensibilidad los secretos y los placeres de la vida al aire libre
‘Niadela’ y la vida al aire libre de Beatriz Montañez. Beatriz Montañez (Almadén, Ciudad Real, 1977) decidió confinarse por voluntad propia para resetearse después de una mala experiencia profesional tras alcanzar la popularidad en programas televisivos como ‘El intermedio’. Pasó de los focos a una casa medio en ruinas sin electricidad ni agua caliente, de las alfombras rojas a una existencia solitaria en convivencia con zorros, gamos y ruiseñores.
Niadela fue un proceso para asentarme y recuperarme mental y físicamente.
Beatriz Montañez alcanzó la fama en televisión, pero acabó harta y rompió con todo. Aislada hace años en una casa de campo, publica su primer libro, ‘Niadela’, una catarsis en fusión con la naturaleza. También con crudeza: imposible olvidar el capítulo en el que cuenta cómo se rebanó accidentalmente el dedo pulgar cuando cortaba leña con una motosierra.
En su libro ‘Niadela’ Beatriz Montañez habla de su vida 10 años después del ‘Intermedio’, en una cabaña solitaria sin agua corriente
Es importante que podamos defendernos como personas, con nuestras rarezas, nuestros juicios bien o mal hechos y nuestras cosas extrañas y maravillosas. Pero es fundamental defender quiénes somos ante nuestra familia, nuestros amigos y nuestras parejas.
Llegó un momento en mi vida en que me habían pasado tantas cosas, y algunas de ellas muy negativas, que sentí que tenía que parar y aclarar qué me estaba pasando y hacia dónde quería ir, estaba un poco perdida. Desde fuera, la gente se cree que porque trabajas en la tele, tienes dinero y reconocimiento, no puedes hacer algo así. De hecho, tuve muchas críticas por parte de amigos y familiares, que me decían que estaba loca por aislarme en la montaña, que cómo me dejaba un trabajo así. No veían normal que renunciase a unas circunstancias supuestamente maravillosas para irme a una casa en el monte, y más en las condiciones en que estaba esa casa.
Me hice a los insectos y al resto de los animales a base de observarlos, lo mismo que hice conmigo misma.
El primer año en Niadela fue un proceso para asentarme y recuperarme mental y físicamente. Luego me hice preguntas: es difícil definir quién soy pero es más fácil saber qué quiero. Como decía Nietzsche, si tienes un porqué no importa el cómo. Y yo tenía mi porqué. Y por eso no me importaba que la casa estuviera hecha un desastre, que no tuviera luz ni agua o que estuviera llena de humedades. No me importó trabajar el primer año y medio para tener una especie de nido.
Nunca tuve miedo, no soy una persona miedosa; si no, no me habría pasado media vida recorriendo el mundo sola con una mochila.
Siempre he sido un poco guerrera con eso de las redes sociales, nunca he tenido salvo un intento durante unos meses, hace tiempo, cuando dejé ‘El intermedio’, y presionada por mi representante, pero vi que eso no va conmigo. Mi vida privada quiero que siga siendo mía, y si la expones estás firmando un acuerdo tácito con otras personas para ser criticada. No veo la necesidad de someterme a eso.
«No desconecté del mundo porque para mí el mundo es la naturaleza»
Quiero seguir escribiendo, y lo haré si económicamente es posible. Si tengo que hacer otra cosa porque no me lo puedo permitir, lo miraré con una sonrisa y me pondré con ello.