El síndrome tóxico o del aceite de colza fue una misteriosa enfermedad que se declaró en España en mayo de 1981. Oficialmente afectó a más de 20.000 personas, de las que murieron unas 330.
‘Pacto de silencio’ de Andreas Faber Kaiser. El entonces ministro de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social, Jesús Sancho Rof, en una intervención televisiva impresentable, describió la enfermedad con la frase:
«El mal lo causa un bichito. Es tan pequeño, que si se cae de la mesa, se mata» La teoría del bichito (mycoplasma) y la afección pulmonar que causaba la enfermedad hizo que al principio se la denominara «neumonía atípica.»
Cuando se constató que la puerta de entrada de la enfermedad no era respiratoria, sino digestivo-alimentaria, oficialmente se anunció que se debía a la ingestión de aceite de colza desnaturalizado con anilinas distribuido mediante venta ambulante, según decretó en 1989 el Tribunal Supremo, que condenó por los hechos a los industriales responsables de la distribución y comercialización de este tipo de aceite.
No todos se creyeron esta versión. Por ejemplo, los doctores Antonio Muro Fernández Cavada y Luis Frontela Carreras, que pensaban que las muertes no se debían al aceite de colza desnaturalizado, sino a un pesticida -un nematicida organotiofosforado- fabricado por la multinacional alemana Bayer, el Nemacur.
La compañía alemana IG Farbenindustrie AG (Interessen Gemeinschaft Farbenindustrie AG) era un conglomerado de empresas del sector químico que durante la época de la Alemania nazi fabricaron el insecticida Zyklon B, de infausto recuerdo.
Al final de la guerra el conglomerado fue fraccionado en varias empresas. Las más conocidas son BASF, AGFA y la ya citada, BAYER.
La propia BAYER se vio obligada a reconocer a principios de 1987 que había sacado al mercado un fármaco coagulante (el factor VIII, para el tratamiento de la hemofilia) que había actuado como vehículo de transmisión del VIH, el virus del SIDA, enfermedad que según ciertos investigadores -como Jacob Segal y John Seale- tiene un origen artificial y está producido por la combinación de los virus Maedi-Disna, que afecta a las ovejas, y el virus humano de leucemia de las células T (HTLV1). En resumidas cuentas: que es un arma biológica producida en laboratorio.
En la segunda guerra mundial, la ciudad de Detroit en pleno, que se dedicaba a fabricar automóviles, empezó a fabricar armamento. ¿Puede una multinacional farmacéutica, en caso de necesidad, comenzar a fabricar armas biológicas?
‘Pacto de silencio’ de Andreas Faber Kaiser ¿Por qué en las últimas décadas han aparecido nuevas enfermedades, de las cuales no hay constancia previa, como el VIH, la Legionella, el Ébola o el Covid-19?
Andreas Faber Kaiser, nacido en Barcelona en 1944 y licenciado en Filosofía y Letras, fue director de la revista Mundo desconocido, premiada en 1980 con la distinción «Premio Scinter» a la mejor revista especializada. Se ocupó de las paraciencias y temas esotéricos en distintos ámbitos.
En marzo de 1988 escribió un libro sobre el síndrome tóxico, en el que abordaba una versión alternativa a la oficial. Entre otras cosas, desvelaba que en realidad habían resultado afectadas 60.000 personas, con 650 muertes.
El caso del síndrome tóxico está envuelto en un rosario de extrañas muertes. María Teresa Mestre Guitó (la mujer de Enric Salomó -uno de los acusados, que estaba publicando artículos sobre el tema en «El País»-) fue asesinada.
El Dr. Muro y Juan José Rosón (Ministro del Interior) fallecieron de cáncer de pulmón. Y Andreas Faber Kaiser murió al contraer de forma misteriosa el VIH.
Además, de los cuatro miembros del equipo de investigación del Dr. Muro, uno murió de cáncer de hígado y los otros tres tuvieron que someterse a cirugía para que les fueran extirpados sendos tumores malignos.
Otros que se implicaron en el caso «sólo» perdieron su puesto de trabajo. Por ejemplo, José Oneto, que dirigía el semanario «Cambio 16», fue cesado menos de dos meses después de haber publicado un artículo relacionando a Bayer con el síndrome.
Gracias a Reediciones Anomalas, tenemos la oportunidad de poder leer este libro, que es una joya y además es prácticamente imposible de encontrar.
‘Pacto de silencio’ de Andreas Faber Kaiser. Fuente: DBN news (John Headhunter)