La regla crítica: Yo llegué a contabilizar treinta y siete holas, veinticuatro buenas y numerosos quehays …
Hipermierdemia. Las luces tenues de las lámparas, con pies de plata y pantallas de seda en dos tonos, proyectaban las narices de los huéspedes sobre aquellas paredes de los pasillos de un hotel: prominentes como la estaca de Drácula, inclinadas como la Torre de Pisa y tiesas como los penes en erección.
Los cumplidos se sucedían como balas en una batalla amable, se cruzaban en el aire sorteándose entre sí como proyectiles dirigibles y el art fair festival comenzó de manera rigurosa cuando saltaron los diferenciales eléctricos, de manera intencionada y a las once de la mañana.
Se interrumpieron los llenados de las lavadoras, se asesinaron los procesos de enjuague y se censuraron los centrifugados. Las Balays, Candys, Edesas, Tekas, Fagores y Smegs producían smegma por culpa del vertimiento de células muertas que se mezclaron con los sudores y los lubricantes naturales de la creatividad, yacían quietas en sus respectivos túmulos e inertes en aquellas salas de vela en las que se habían convertido las habitaciones de la percepción, ajenas a la recepción y vulnerables a la cría de bacterias y a la infección.
Yo llegué a contabilizar treinta y siete holas, veinticuatro buenas y numerosos quehays. Según mis cálculos, tendrían que haberse producido doscientos veinticinco saludos netos sin tener en cuenta los posibles rencores y las duplicaciones por culpa de los disparos fallidos, pero sólo soy consciente de ciento ochenta y tres y esa es la cantidad que yo declararía en un juicio, siempre y cuando me lo permitiese el Sr. Villalonga, mi letrado.
Hipermierdemia. De nada valieron las medidas de prevención lavándonos los genitales con agua caliente dos o tres veces al día.
Los resultados de las analíticas sanguíneas fueron determinantes para que el Doctor Freedom valorase su significado dentro del contexto de nuestras propias historias clínicas, teniendo en cuenta otros posibles síntomas y en relación a nuestras circunstancias personales:
Los niveles de mierda en la sangre representan uno de los principales factores de riesgo cardioimbecilar y, después de tres días en ayunas, se concluye que los resultados aportaron unos niveles realmente preocupantes y muy superiores a los valores que deberían ser inferiores o iguales a 172 mg/dl (? 69 + 1 botella de brandy 103 por el culo).
Se acumulan depósitos fecales en las paredes interiores de las arterias y se reduce nuestro flujo creativo de manera alarmante, generando arterosclerosis o enfriamiento de nuestra capacidad para crear y aumentando el riesgo de ataques cardíacos o de cualquier ictus imaginativo, de modo súbito.
Hipermierdemia. Texto y Fotografía: Carlos Penas