¿Sabías que la mecánica cuántica demostró que hay partículas que pueden estar en dos lugares a la vez? ¿Sabías que es posible que la razón sea que son capaces de viajar entre universos paralelos? ¿Y que de ser esta posibilidad real la ciencia estaría sugiriendo que ahora mismo existe un universo en el que eres distinto?
Así es, aunque pueda parecer inverosímil en el mundo de que percibimos, la mecánica cuántica ha demostrado que hay partículas, caso de los electrones, que pueden estar en dos lugares a la vez. A esta propiedad se la conoce como SUPERPOSICIÓN CUÁNTICA.
Trasladado a nuestro mundo sería como si uno de nosotros pudiera estar sentado y de pie al mismo tiempo, o incluso vivo o muerto, como sugiere el experimento de Schrödinger. Pero, ¿cómo es eso posible, si nuestros sentidos únicamente son capaces de percibir uno de los dos estados?
Los estudios en mecánica cuántica han probado que las micropartículas de las que está constituido el Cosmos están en todos los estados posibles hasta que interviene el observador. Para que lo entendáis, si una micropartícula tuviese como una de sus características el color, ésta asumiría absolutamente todos los colores posibles hasta que la mirásemos, y entonces se presentaría con una sola tonalidad. Esto es, la micropartícula es de todos los colores posibles hasta que la observamos, y como consecuencia se queda con uno solo, amarillo, por ejemplo.
El principio de SUPERPOSICIÓN cuántica nos permite suponer que las micropartículas son capaces de estar en varias realidades distintas a la vez, o de aparecer y desaparecer constantemente, y es el hecho que abre la posibilidad de que exista un número indefinido de universos paralelos o incluso que haya partículas que puedan ser y no ser a la vez, contraviniendo el postulado de Parménides de Elea, el presocrático que señalaba que nada puede “no ser”.
Aquí es donde entra Erwin Schrödinger con su experimento imaginario del gato. El físico, para explicar el principio de superposición, nos ponía en la tesitura de un gato metido en una caja opaca y cerrada dentro de la cual había una botella de gas venenoso con un dispositivo de activación. Según sus cálculos, el felino tenía las mismas probabilidades dentro del cubículo de estar vivo y muerto. Un 50%. Así, y debido a que la física cuántica demuestra que las partículas pueden asumir diferentes estados al mismo tiempo, el gato estaba vivo y muerto a la vez hasta que entraba en escena el observador al abrir la caja.
Schrödinger demostró que efectivamente el felino estaba vivo y muerto al mismo tiempo mientras la caja estaba sellada. Las partículas que conforman el gato asumirían uno de los dos estados, de forma aleatoria (eso es importante), solo cuando el observador abriese la caja. Y lo harían sin motivo alguno, pues por el principio de superposición cuántica antes habían asumido todos los estados posibles.
El hecho de que nuestras partículas sean capaces de estar en diversos estados y lugares al mismo tiempo, es lo que nos hace sospechar que existan, efectivamente, UNIVERSOS PARALELOS. En tal caso, es fácil suponer que las micropartículas son capaces de viajar entre los universos, asumiendo un estado diferente en cada universo. De tal manera, el gato que aparecerá muerto en un universo, estará vivo en el otro. De la misma manera que una partícula es roja en nuestro Cosmos y verde en otro. Y de igual modo que yo ahora estoy sentado en mi realidad, de pie en otra, y bailando en alguna.
La realidad pasaría así, de ser única, a múltiple y diversa. Y eso es auténticamente maravilloso. Si estamos en lo cierto, habría un universo paralelo en el que los americanos no habrían bombardeado Hiroshima; otro en el que Júlio César no hubiese sido asesinado; y alguno en el que tú o yo tendríamos los ojos de distinto color. Las posibilidades son múltiples. Esta es la teoría de Hugh Everet.
Pero existe una teoría distinta. Suponiendo que solo sea posible una realidad. En tal caso, el comportamiento aleatorio de las partículas no sería el resultante de sus viajes entre universos sino de la propiedad que poseen de asumir diversos estados en un mismo universo. Siendo así, las partículas poseen todas las formas y características posibles hasta que entra en escena el observador. Pero no viajan.
Así, esta propuesta afirma que existe una sola realidad, pero con múltiples posibilidades, y cada una de ellas se produce de forma aleatoria. Podríamos decir que por azar.
Sea como fuere, la mecánica cuántica nos está revelando que todo lo que existe es mucho más de lo que percibimos. La realidad que principalmente captamos a través de la vista es solo una porción ínfima de todo lo que existe. Eso significa que el Cosmos sigue siendo un gran desconocido para nosotros, y que todo lo que somos capaces de imaginar se encuentra encerrado en unas limitaciones enormes. Nuestras especulaciones acerca del sentido de la vida o de la muerte están lejos de constituir certezas dentro de un Universo maravilloso e inalcanzable. Es más, me atrevería a asegurar que nuestras preguntas esenciales no tienen respuesta porque están muy lejos todavía del camino de la verdad ontológica y metafísica. (gabrielrosselloblog.wordpress.com)