La Subdecadencia valora la profundidad de la belleza sutil y la esencia.
La palabra sutil deriva del latín. Proviene de subtilis, subtile. Formado por el prefijo sub- que señala debajo y el sustantivo tela, telae cuyo significado es tela, tejido, urdimbre, trama. Este sustantivo deriva de la raíz indoeuropea «teks» que significa tejer, fabricar. A partir de esta composición se puede considerar como el concepto etimológico de este término EL HILO MÁS FINO que pasa POR DEBAJO de la trama o tela.
Por otro lado, también significa agudo, sagaz, ingenioso. Se suele utilizar además para referirse a quien posee agudeza para percibir y entender lo más profundo de cada cosa, situación o persona. La sutileza no quiere decir que no se puede ser firme en una postura, sino saber exponer y defenderla con habilidad, delicadeza e intentando convencer al otro sin imponerle nada. No obstante, cuando la sutileza esconde el intento de influir en los demás para lograr que actúen de una manera determinada, se transforma en manipulación. Una manipulación profunda que no surge por los aparentes intereses económicos, sociales, religiosos, «cívicos», sino porque nos abandonamos los unos a los otros a nivel de alma, a nivel de esencia, incluso entre padres e hijos o personas queridas, generación tras generación, por temor a enfrentarnos a nuestro gran enemigo, nosotros mismos, y ello conduce a una sociedad basada en buscar comodidad en lo establecido, que mira a otro lado para evitar problemas y que se auto-boicotea porque crea unas nuevas reglas de la felicidad. Eso sí, basadas en el miedo y control.
¡Cada uno de nosotros somos manipuladores y boicoteadores! La manipulación colectiva tiene de RAÍZ la manipulación propia. Cada uno de nosotros somos responsables de este auto-boicot ya que es más cómodo desatender a nivel de alma porque EL ABANDONO ES SUTIL, casi imperceptible, que enfrentarse a él porque supondría vernos en un espejo y desnudarnos emocionalmente. Ese desnudo emocional es doloroso, por ello se abandona en muchas ocasiones o se deja como tarea pendiente. Desamparar una sutileza tan esencial como es el abandono espiritual, crea un tejido tan opaco que se convierte en muros entre unos y otros. Y ahí está la clave, saber diferenciar la sutileza genuina de la manipuladora o auto-manipuladora. Y es que la sutileza genuina busca ser, no pretende ser. Se transforma, escucha, pasa desapercibida por su aparente poca intensidad, pero es muy penetrante porque es auténtica, porque no tiene artificios.
Tejiendo nuestro alma
Para vivir un mundo menos artificial tenemos que construir, tejer cada uno un alma más auténtico, aunque el proceso sea complicado. La intuición agudizada permite entender y escuchar las sutilezas del alma de uno mismo indicándonos si algo no funciona. Existe la posibilidad de tener toda una eternidad para tejerlo, pero no por ello debemos desaprovechar cada momento para ir trabajando en ello. La energía que necesita este tejido para ir creándose es la escucha de nuestro «Verdadero Yo». Es más cómodo culpabilizar al otro, a la sociedad, a las normas, a la época porque eso permite evitar enfrentarnos a nosotros mismos porque es muy doloroso. Pero es un dolor que tiene una gran recompensa. Seguir nuestra voluntad, nuestro «Verdadero Yo» nos permitirá llegar a ser Amor y Luz, nos posibilitará vivir, entender y apreciar la vida tanto con sus luces y oscuridades. El entendimiento y compasión son los elementos que activarán la cadena de iniciación para poder ver nuestra auténtica realidad. Ya los objetos con imperfecciones y que se transforman naturalmente nos demuestran materialmente lo bellos que pueden ser. Son una prueba.
«¿No ves lo necesario que es un mundo de dolores y problemas para educar a una inteligencia y convertirla en un alma?» ~ John Keats
Finales del XVIII y principios del XIX fueron los siglos de la Revolución Industrial, el XX, el de la Tecnología, el XI es el siglo de la Revolución del Alma y de la Consciencia, y eso se percibe…sutilmente. Y todas las revoluciones tienen algo en común, la búsqueda de la conexión.
Tony Malony · Plaza de La Verge del Miracle, 2-1. Palma. Tel. (+34) 652 868 074 · www.tonymalony.com
La cultura occidental no está concebida para funcionar según los criterios del bien común. Si es cierto que se fomenta la formación de los grupos para realizar proyectos “solidarios” pero la fuerza que mantiene unidos a los individuos es el interés personal y la búsqueda de beneficios. Estamos sujetos a unas normas de comportamiento que se asientan en el principio de “esfuerzo físico / recompensa material”. Ayudar al que viene detrás es considerado de perdedores. Nadie quiere ser un perdedor, nadie quiere ser considerado un mediocre.
La realidad es que hay poca gente excepcional y mucha, con muy “mala leche”. El mundo es dirigido por una élite de psicópatas que han sabido crear normas de comportamiento social de la que ellos se auto-excluyen. La sociedad da a cada ciudadano un dado con el que poder avanzar día a día. La sutileza consiste en que algunos jugadores juegan con dos dados otros tienen cuatro y algunos cuarenta.
Es muy cierto que cada uno, es muy libre de saltarse su turno, dar sus puntos a los demás, incluso retroceder casillas. Nadie escapa del sistema y poco importa que conozcas todos los aspectos, trucos y trampas del juego porque si te paras o no cumples sus normas, despareces, no cuentas; pasas a ser un ejemplo para el resto de jugadores de lo que te puede pasar si no sigues las normas.