Un territorio íntimo y lleno de matices, donde la memoria, la imaginación y la observación cotidiana se combinan con una sensibilidad muy personal.
Pepa Slas Vilar, un umbral entre lo real y lo evocador. Sus pinturas construyen un mundo reconocible por su apariencia figurativa, pero también cargado de sugerencias y silencios. La artista suele partir de narraciones, recuerdos familiares o fotografías antiguas encontradas en mercados, álbumes de amigos y escenas procedentes del cine clásico. Cada imagen funciona como un umbral entre lo real y lo evocador, como un puente que conecta la experiencia propia con una dimensión simbólica.

En sus cuadros aparecen retratos de desconocidos, autorretratos, animales que parecen salir de un sueño, escenas de su taller o composiciones que recuerdan a un fotograma detenido. Sus mundos visuales, complejos y de gran fuerza emocional, apelan a la imaginación asociativa del espectador.
Giran en torno a las experiencias de la artista relacionadas con la alienación, la extrañeza y la búsqueda del propio camino.



Todo está teñido de una mirada poética que invita a completar lo no dicho. Aunque la pintura se mantiene en el terreno de lo figurativo, la atmósfera sugiere emociones y narrativas que van más allá del gesto o del objeto representado.
Al contemplar su producción, es posible identificar elementos recurrentes que se transforman en símbolos personales: niños de ojos enormes y expresivos, un nido que remite al hogar o al origen, y la presencia de la ballena, que alude a lo desconocido, al viaje interior o al impulso de avanzar. Estos motivos, lejos de ser meros adornos, aparecen como piezas esenciales de las reflexiones que estructuran su obra.



Pepa Salas Vilar superpone parcialmente sus escenas figurativas con elementos abstractos de color y objetos cargados de simbolismo.
El resultado es un conjunto pictórico que invita a detenerse, a mirar varias veces y a dejar que los detalles se revelen con lentitud. Pepa Slas Vilar construye así una poética visual en la que conviven la ternura, la nostalgia y la inquietud, logrando que cada cuadro sea el fragmento de una historia mayor. Su mundo se expande cuadro a cuadro, hasta formar un relato abierto donde el espectador participa con su propia memoria y su propia imaginación.



Para Pepa Salas Vilar, la ballena simboliza la esperanza; además, siente un afecto de carácter maternal hacia este mayor de todos los mamíferos, cuyas hembras cuidan de manera exquisita a sus crías. De ahí que, para ella, la ballena sea un símbolo de buena fortuna y, de algún modo (de forma similar al tipo iconográfico de la Madonna con el Niño), algo sagrado.
Para más información: pepasalasvilar.com
Pepa Slas Vilar, un umbral entre lo real y lo evocador

