«Máscara y compás”: El universo rebelde de Maruja Mallo se redescubre en el Reina Sofía de Madrid
Maruja Mallo: la cosmovisión de una mujer adelantada a su mundo. En un tiempo en que la voz femenina apenas se escuchaba, Maruja Mallo la convirtió en imagen. No en una imagen complaciente ni decorativa, sino en una que desafiaba las convenciones, que vibraba con energía, geometría y modernidad. Mallo no solo pintó cuadros: pintó futuros posibles. En los años veinte y treinta, cuando España se debatía entre tradición y modernidad, ella eligió lo invisible como materia prima: la libertad, el movimiento, la intuición. Su obra es una cartografía de lo que aún no había llegado, pero que ella ya intuía.

Maruja Mallo fue una de Las Sinsombrero, ese grupo de mujeres que se quitaron el sombrero en la Puerta del Sol como gesto de emancipación intelectual. El acto, aparentemente trivial, era en realidad una declaración de guerra contra el patriarcado simbólico. Pensar con la cabeza descubierta era pensar sin miedo, sin tutela, sin ornamento. Mallo, junto a Margarita Manso, Lorca y Dalí, convirtió la juventud en manifiesto y el arte en provocación. No fue sombra de ninguno de sus célebres amigos: fue luz propia, refractaria, incómoda, brillante.

Nacida en Vivero, Lugo, en 1902, parecía venir de otro siglo, de otra temperatura. Mientras las niñas aprendían a bordar, ella aprendía a mirar. Su paso por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando fue el inicio de una trayectoria que desbordaría los márgenes del academicismo. Su pintura se nutrió de lo popular y lo cósmico, de la ciencia y el instinto, del caos y la belleza. Obras como La Verbena, Arquitecturas minerales o Sorpresa del trigo son testimonio de una mirada que no se conformaba con representar: quería transformar.

La exposición Máscara y compás, en el Museo Reina Sofía, redescubre a esta artista esencial de la Generación del 27. Más de 150 obras componen un recorrido por su universo, donde lo surreal se entrelaza con lo cotidiano, y donde la fantasía convive con la razón. El título de la muestra no es casual: la máscara representa la imaginación, el disfraz, la ruptura; el compás, la medida, la estructura, la ciencia. Mallo fue ambas cosas: emoción y cálculo, intuición y método. Su pintura es ritmo, energía, música visual.

Durante la Guerra Civil, Mallo se exilió en Argentina. Allí siguió creando y enseñando, mientras su país la olvidaba. El exilio fue también una forma de resistencia: no dejó de pintar, no dejó de pensar. Décadas después, regresó a una España aún gris, aún temerosa, pero ella volvió con la frente despeinada y los ojos llenos de futuro. Su vida fue una constante anticipación: llegó antes que el tiempo, antes que las corrientes, antes que los reconocimientos. Pintó la velocidad cuando el mundo aún estaba quieto.

Maruja Mallo fue una mujer que vivió sin rejas, sin límites, sin sombrero. Su obra no solo desafía los cánones estéticos, sino también los sociales. En un país que relegaba a las mujeres al silencio, ella eligió el color como grito, la geometría como argumento, el surrealismo como refugio. Su cosmovisión no fue una evasión, sino una forma de intervención: imaginar otro mundo era, para ella, una manera de transformar este.
Hoy, su legado resurge con fuerza. No como una figura decorativa del pasado, sino como una artista radicalmente contemporánea. En tiempos donde la libertad creativa y la igualdad siguen siendo luchas vigentes, Maruja Mallo nos recuerda que el arte puede ser emancipación, que la belleza puede ser rebeldía, y que pensar con la cabeza al aire sigue siendo un gesto revolucionario.
Para más información: museoreinasofia.es
- ¿Cuándo? Hasta el 16 de marzo del 2026
- ¿Dónde? Museo Reina Sofía de Madrid
- ¿Cómo llegar? Santa Isabel, 52, Madrid
Maruja Mallo: la cosmovisión de una mujer adelantada a su mundo. Por Mónica Cascanueces
Publicado en Infomag Madrid

