Del taller familiar a los escenarios internacionales, la escultura como puente entre culturas y emociones.
Max Leiva: Esculpir la esencia humana desde Guatemala al mundo. Es un escultor guatemalteco nacido el 17 de enero de 1966, ha forjado una trayectoria artística profundamente arraigada en la exploración de la condición humana. Su obra, marcada por una sensibilidad introspectiva y una técnica rigurosa, ha trascendido fronteras geográficas y culturales, posicionándolo como una figura destacada en el panorama del arte contemporáneo latinoamericano.
Desde temprana edad, Leiva mostró una inclinación por las artes plásticas. Entre 1972 y 1975, cursó estudios en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla, donde comenzó a desarrollar su lenguaje visual. Años más tarde, en 1988, retomó su formación en la misma institución, consolidando su vocación escultórica.
Sin embargo, fue en 1991 cuando su carrera dio un giro decisivo: gracias a una beca de la UNESCO, viajó a Bangkok, Tailandia, para estudiar escultura en la prestigiosa Universidad de Silpakorn. Allí, inmerso en una cultura radicalmente distinta, trabajó con arcilla y yeso directamente con modelos vivos, experiencia que enriqueció su comprensión del cuerpo humano y su expresividad.


A su regreso a Guatemala, entre 1993 y 1995, Leiva instaló un pequeño taller en la casa de su madre. Este espacio íntimo se convirtió en un laboratorio creativo y pedagógico, donde comenzó a impartir clases y a consolidar su estilo. Su primera gran oportunidad internacional llegó en 1996, cuando el Comité Olímpico Guatemalteco le encargó una escultura de un jugador de pelota maya para la Academia Olímpica en Olimpia, Grecia. Esta obra no solo representó un hito en su carrera, sino también un símbolo de la herencia cultural mesoamericana proyectada al mundo.
Leiva ha participado en numerosos simposios de escultura en distintas partes del mundo, lo que le ha permitido dialogar con artistas de diversas tradiciones y enriquecer su práctica.
Además, ha sido un agente activo en la promoción del arte en su país: con el apoyo de empresas privadas, organizó el 1er y 2do Festival Internacional de Escultura «Guatemala Inmortal», eventos que reunieron a creadores nacionales e internacionales en torno a la escultura como medio de expresión y reflexión.


Su obra ha sido exhibida en ferias y exposiciones colectivas en ciudades como Miami, California y Colorado, consolidando su presencia en el circuito artístico internacional. Entre sus exposiciones individuales más destacadas se encuentran la realizada en el Museo de Arte del Salvador en 2016, «Pernexus» en Ciudad de Guatemala en 2018, «Sinopsis» en Palm Springs, California en 2019, y «Relieves» en la capital guatemalteca en 2022. Cada una de estas muestras ha revelado distintas facetas de su exploración formal y conceptual, desde la monumentalidad del bronce hasta la sutileza del modelado.

Uno de los aportes más visibles de Max Leiva al paisaje urbano guatemalteco es el Monumento a Miguel Ángel Asturias, inaugurado en 1999 en la Avenida Reforma de Ciudad de Guatemala. Esta obra rinde homenaje al Nobel de Literatura guatemalteco y refleja la capacidad del artista para traducir la identidad nacional en formas escultóricas de gran fuerza simbólica.
El trabajo de Leiva se caracteriza por una profunda preocupación por la esencia humana: su fragilidad, su fuerza, sus contradicciones.
A través del bronce, la arcilla y otros materiales, el escultor busca capturar no solo la forma del cuerpo, sino también su carga emocional y existencial. Sus figuras, a menudo en tensión o movimiento, evocan estados de ánimo, dilemas éticos y momentos de transformación.

Actualmente, Max Leiva dedica la mayor parte de su tiempo a su estudio, donde continúa desarrollando nuevas obras y preparando futuras exposiciones. También realiza encargos públicos y privados, manteniendo un equilibrio entre la creación personal y el compromiso con su entorno. Su trayectoria es testimonio de una vida dedicada al arte como forma de conocimiento, resistencia y belleza.
En un mundo cada vez más acelerado y superficial, la obra de Max Leiva invita a detenerse, a contemplar, a sentir. Es un recordatorio de que la escultura, en su materialidad y permanencia, puede ser un puente entre lo visible y lo invisible, entre el individuo y lo colectivo, entre el pasado y el porvenir.
Para más información: maxleiva.com
Max Leiva: Esculpir la esencia humana desde Guatemala al mundo.Por Mónica Cascanueces.

