Baudrillard sugiere que el mundo en el que vivimos ha sido reemplazado por un mundo copiado, donde buscamos nada más que estímulos simulados.
Jean Baudrillard: de la metástasis de la imagen a la incautación de lo real. La concepción de hiperrealidad de Baudrillard fue marcadamente influenciada por la fenomenología, la semiótica y Marshall McLuhan. Hiperrealidad es un concepto trabajado en el campo de la filosofía postmoderna. Generalmente se utiliza para designar la incapacidad de la conciencia de distinguir la realidad de la fantasía, especialmente en las culturas posmodernas tecnológicamente avanzadas.
Es un medio para describir la forma en que la conciencia define lo que es considerado «real» en un mundo donde los medios de comunicación pueden modelar y filtrar de manera radical la manera en que percibimos un acontecimiento o experiencia. Entre los expertos más famosos en hiperrealidad se incluyen Jean Baudrillard, Daniel J. Boorstin y Umberto Eco.
En otras palabras: La hiperrealidad es el producto de la cultura que ve los símbolos y otros signos como la única realidad experienciable. Esa cultura se llama posmoderna y esa época se llama Posmodernidad. Es la época en que vivimos a partir de los años 50 (esta fecha es una convención) y está relacionada directamente con el boom consumista y la sociedad del bienestar.
La mayoría de los aspectos de la hiperrealidad pueden pensarse como «experimentar la realidad a través de la ayuda de otro», en tanto que ese «otro» es algo ajeno que me suplanta o me suple. Por ejemplo, un consumidor de videojuegos puede empezar a experimentar su propio simulacro virtual practicando la inmersión en un mundo irreal -metaverso- creado por la computadora, y aunque esto no es un retrato fiel de lo que es la vida, para este consumidor la trascendencia de lo que verdaderamente es la vida deja de presentarse realmente.
Algunos casos son más simples: por ejemplo, en el contexto de la cultura estadounidense, la imagen de la letra «M» de McDonald’s crea para el consumidor la «ilusión» de un mundo que promete cantidades infinitas de idéntica comida, cuando «en realidad» la «M» no representa nada, y la comida que se produce no es ni idéntica ni infinita.
La hiperrealidad es un síntoma de la cultura postmoderna. No se puede decir de la hiperrealidad que «exista» o «no exista». Simplemente es una forma de describir la información a la que la conciencia se ve expuesta. Se puede pensar en la mayoría de los aspectos de la hiperrealidad como «realidad a través de intermediarios».
Baudrillard toma de Borges el ejemplo de una sociedad cuyos cartógrafos crean un mapa tan detallado, que se mimetiza con las mismas cosas que representa. Cuando el imperio decae, el mapa se pierde en el paisaje y ya no existe ni la representación ni lo que queda de lo real – sólo lo hiperreal.
Los bienes de consumo tienen un Valor de signo, es decir que indican algo sobre su poseedor en el contexto de un sistema social. Por ejemplo: un supuesto rico como Amadeo Lladós Sánchez-Toscano lo muestra con lo que posee, un Lamborghini Aventador SVJ Roadster para indicar su estatus de rico.
Fundamentalmente, el valor de signo no tiene un significado o un valor intrínsecos, más allá de los acuerdos hechos en torno a los bienes. A medida que los valores de signo se multiplican, la interacción social se basa cada vez más en objetos sin un significado inherente. Por ende, la realidad se vuelve cada vez menos importante a medida que el valor de signo toma precedencia.
Si se depositan granos de arena en una mesa, en cierto momento los granos pueden ser vistos como un solo montón de arena. Similarmente, en un momento dado cuando el valor de signo se torna más y más complejo, la realidad se desplaza hacia la hiperrealidad.
La hiperrealidad es significativa como un paradigma que explica la condición cultural estadounidense. El consumismo, por su dependencia del valor de signo, es el factor contribuyente para la creación de la hiperrealidad. Ésta engaña a la conciencia hacia el desprendimiento de cualquier compromiso emocional verdadero, optando en cambio por la simulación artificial, e interminables reproducciones de apariencia fundamentalmente vacía.
Esencialmente, la satisfacción y la felicidad se encuentran a través de la simulación e imitación de lo real, más que a través de la realidad misma.
La interacción en un lugar hiperreal como un casino de Las Vegas brinda la sensación de estar atravesando un mundo de fantasía, donde todos contribuyen a la ilusión. La decoración no es auténtica, todo es una copia, y la experiencia en su conjunto se siente como un sueño. Lo que no es un sueño, por supuesto, es que el casino se queda con el dinero, y uno es más propenso a entregar ese dinero si uno no se da cuenta de lo que verdaderamente está pasando. En otras palabras, aunque intelectualmente uno entienda el funcionamiento de un casino, la propia conciencia cree que apostar dinero en el casino es parte del mundo «irreal». El interés de los decoradores es enfatizar la apariencia de fachada del conjunto, para aparentar que toda la experiencia es irreal.
Muchos filósofos postmodernos, incluyendo a Baudrillard, no hablan de hiperrealidad en términos de una dicotomía sujeto/objeto.

Jean Baudrillard, el creador del término hiperrealidad
Jean Baudrillard fue un sociólogo y crítico de la sociedad de consumo, nació en Reims Francia en 1929. Fundó la revista “Utopía” junto con el filósofo Roland Barthes, además de ser un buen filósofo, fue uno de los mayores críticos políticos, se consideraba a sí mismo como una persona desilusionista, aunque creía en el resurgimiento del ser humano. Baudrillard, el creador de la definición de la hiperrealidad, menciona que “El hombre en la Postmodernidad vive en un mundo paralelo en el que los avances tecnológicos se han encargado de que los humanos se refugien en la ficción.
Jean Baudrillard: de la metástasis de la imagen a la incautación de lo real

