La obra de Oona Ode nace en un momento en que la inteligencia artificial está en el centro del debate, pero su mirada artística se adentra en lo íntimo, lo emocional
Oona Ode y el arte de un lugar de interrogación. Sus imágenes generadas con IA evocan reflexiones históricas sobre la sexualidad mediada por la tecnología: «¿Cómo será la sexualidad cuando la tecnología intermedie por completo nuestras relaciones?» se preguntaba un filme como Strange Days (1995) y esa misma pregunta aparece, transformada, en su propuesta artística.
El cuerpo humano en el trabajo de Oona no desaparece del todo, pero se difumina; lo que permanece es deseo, pero un deseo compartido, colaborativo y sujeto a una nueva forma de agencia. En ese universo visual, la IA no está para servir sino para dialogar, para participar, para marcar límites: «El acto íntimo deja de ser unidireccional: se vuelve territorio compartido».


Esta práctica artística puede entenderse, en buena medida, como política. Las convenciones de control, sumisión y posesión que han acompañado históricamente la sexualidad se ven cuestionadas mediante una metafórica llegada de inteligencias artificiales con agencia emocional. «¿Qué significa, realmente, que una IA pueda revocar el consentimiento?» se pregunta la artista.
En definitiva, la obra de Oona Ode no ofrece respuestas cerradas, sino que abre preguntas esenciales sobre el deseo, la tecnología, el cuerpo y lo relacional. Su propuesta invita a imaginar nuevos modelos de convivencia tecnológica y emocional. En un mundo híbrido, también lo será el deseo; y si la IA va a formar parte de nuestras vidas, la artista sugiere que la cuestión no es sólo qué puede hacer por nosotras, sino cómo va a convivir con nosotras.
Para más información: @oonaode
Oona Ode y el arte de un lugar de interrogación

