¿Una nueva frontera del deseo o su domesticación digital?
ChatGPT erótico: ¿Deseo digital o simulacro higienizado?. El anuncio de Sam Altman, CEO de OpenAI, sobre la incorporación de contenido erótico en ChatGPT a partir de diciembre de 2025, no solo marca un giro en la política de la empresa, sino también en la forma en que concebimos el deseo en la era de la inteligencia artificial. Bajo la mirada de George Bataille, quien en Las lágrimas de Eros vincula el erotismo con la muerte y la disolución del yo, esta decisión invita a una reflexión profunda: ¿puede una IA replicar la trascendencia del deseo humano?
Bataille entendía el erotismo como una experiencia límite, una “pequeña muerte” que confronta al individuo con su finitud. En ese sentido, trasladar esta vivencia al terreno digital plantea interrogantes inquietantes. ¿Qué tipo de placer puede ofrecer una máquina que no siente? ¿Es posible que el vértigo del deseo sobreviva a la programación?
Entre Eros y algoritmo: ¿Qué significa desear en la era digital?
OpenAI propone una IA más empática, emocional y personalizada, capaz de adaptarse al estilo afectivo del usuario. Pero esta promesa de intimidad virtual, aunque sofisticada, podría desdibujar aún más los vínculos humanos. ¿Estamos ante una expansión de la libertad erótica o frente a su simulacro higienizado?
La medida, respaldada por sistemas de verificación avanzada, busca “tratar a los adultos como adultos”, equilibrando seguridad y expresión. Sin embargo, el deseo digital corre el riesgo de convertirse en un producto domesticado, sin riesgo ni dolor, sin la fisura que lo vuelve humano.
En última instancia, el anuncio de Altman no solo redefine los límites de la IA, sino también los del deseo. ¿Puede una máquina diseñada para satisfacer trascender su función y convertirse en espejo de nuestra vulnerabilidad? ¿O estamos simplemente creando una versión aséptica del placer, donde la muerte —como decía Bataille— ya no tiene cabida?
ChatGPT erótico: ¿Deseo digital o simulacro higienizado? Por Leonardo Lee.

