Una meditación audiovisual sobre la vida, la muerte y la eterna repetición del ser. Una película que plantea un enigma existencial desde la filosofía de Nietzsche.
The Discovery, el thriller existencial que no da respuestas fáciles. En un mar de producciones previsibles y narrativas cómodas, The Discovery, dirigida por Charlie McDowell y estrenada por Netflix en 2017, se erige como una propuesta arriesgada y profundamente provocadora.
Bajo el ropaje del drama romántico y la ciencia ficción, esta obra plantea una inquietante meditación sobre el sentido de la vida, la muerte y la conciencia, en clave existencialista. Si bien la película jamás menciona explícitamente a Friedrich Nietzsche, su espectro filosófico sobrevuela cada escena, susurrando preguntas que no buscan consuelo, sino profundidad.

El punto de partida es tan audaz como perturbador: un científico (encarnado por Robert Redford) ha probado científicamente la existencia de una vida después de la muerte. El hallazgo, lejos de generar consuelo, desata una oleada global de suicidios: ¿para qué soportar el dolor presente si es posible empezar de nuevo? En este contexto, la cinta se concentra en Will (Jason Segel), hijo del célebre investigador, y en Isla (Rooney Mara), una mujer herida por su pasado.
La relación entre ambos no se construye sobre las convenciones del amor romántico, sino sobre una búsqueda desesperada de sentido. El resultado es un relato intimista, de tonos sombríos y contemplativos, que interpela al espectador con una sinceridad cruda.
Nietzsche como presencia silenciosa
El mayor mérito de The Discovery radica en su capacidad para articular una metáfora audiovisual del pensamiento nietzscheano. La idea del eterno retorno –según la cual toda acción debe ser vivida como si se repitiera infinitamente– impregna la estructura narrativa y emocional del film. Cada decisión que toman los personajes, cada error y cada impulso, se ve teñido por la posibilidad de reiteración, no como castigo, sino como responsabilidad radical. En este universo sin redención trascendente, donde Dios está verdaderamente muerto, no queda más que afirmar la vida en su pura ambigüedad: con su dolor, su deseo, su absurdo.
Nietzsche aparece aquí no como una cita académica, sino como una presencia atmosférica. The Discovery resuena particularmente con Así habló Zaratustra, donde el filósofo alemán propone la figura del superhombre, aquel que se atreve a crear sus propios valores, prescindiendo de toda moral heredada. En la película, este impulso creador se manifiesta en la tensión entre resignarse al automatismo del más allá o reconfigurar el presente como único lugar posible de significado. La experiencia de Will e Isla, en su vulnerabilidad compartida, es una forma de decir “sí” a la vida, aun cuando nada garantice sentido alguno.
The Discovery, el thriller existencial que no da respuestas fáciles. Un cine que interpela, no que entretiene
La dirección de McDowell evita el efectismo. Con una puesta en escena sobria y un ritmo pausado, la película exige una atención activa. No hay explosiones narrativas ni giros espectaculares: lo que se despliega es una inquietud constante, un murmullo filosófico que incomoda más de lo que consuela. En este sentido, The Discovery no se presta para el consumo distraído. Es una obra que, como toda reflexión profunda, necesita tiempo, silencio y disposición para ser habitada.

El elenco contribuye a este clima introspectivo con actuaciones contenidas y precisas. Jason Segel, lejos de sus roles más conocidos en la comedia, ofrece un retrato convincente de un hombre atrapado entre el legado paterno y su propia necesidad de redención. Rooney Mara, por su parte, encarna con sutileza la contradicción entre el deseo de morir y el impulso vital que se resiste. Ambos funcionan como figuras trágicas contemporáneas, enfrentadas no a un destino cruel, sino a la ausencia misma de destino.
En tiempos donde las ficciones suelen ofrecer respuestas fáciles, The Discovery tiene el mérito de plantear preguntas sin resolverlas. ¿Qué haríamos si supiéramos que hay vida después de esta? ¿Cambiaríamos algo? ¿Nos atreveríamos a vivir de otra manera? Como ocurre con los mejores textos filosóficos, el film no ofrece certezas, sino un espejo oscuro en el que cada espectador puede vislumbrar su propia fragilidad. Quienes se atrevan a mirar, tal vez descubran que Nietzsche, aún hoy, sigue teniendo algo que decir.
The Discovery, el thriller existencial que no da respuestas fáciles. Por Leonardo Lee.