En las pinturas de Joon-Hee Park hay capas de recuerdos y sueños de la infancia, rellenas con una suave crema de imaginación y salpicadas de amor, pérdida y dolor
El mundo deliciosamente peculiar de Joon-Hee Park. El surrealismo es una fuerte influencia en el trabajo de Joon-Hee, dado que pasó muchas horas observando a su padre, Hyun-Kyu Park, un renombrado pintor surrealista, trabajando en su estudio.
Las pinturas Joon-Hee Park están inspiradas en recuerdos de una infancia dividida entre dos culturas: sus juguetes favoritos, festivales tradicionales y dulces coreanos; sueños, memorias y eventos revividos.
Describe sus obras como una mezcla de juego infantil salpicada de una nostalgia agridulce.
Las pinturas de Joon Hee están basadas en sus sueños. En sus sueños, todos se llevan bien, y la amabilidad y la maravilla dominan. Son lugares donde una niña siempre será feliz.
Su trabajo se vuelve aún más conmovedor por la pérdida de su querido gato blanco, Peter, que aparece repetidamente en sus pinturas como un compañero fiel, lector de mapas y guía. Se percibe la sensación de aventurarse con valentía en lo desconocido, con Peter como consejero sabio y consuelo.
En Queen of the Night, una Joon-Hee diminuta viaja en un carro de nuez. “No sé exactamente adónde voy”, dice ella, “pero Peter tiene el mapa, así que debe ser a algún lugar increíble”. La experiencia de emigrar a otro país intensifica sus preguntas sobre el sentido de lugar e identidad, tanto para la artista como para su audiencia.
Joon Hee no busca encajar su arte en un estilo o género específico. Son aventuras, sueños, diversión. Nos invita a disfrutar del viaje. De niña, el mayor deseo de Joon Hee era que le regalaran una pequeña ballena como mascota, pero en su lugar sufrió la pérdida de su padre.
Todos tenemos deseos cuando somos niños. Todos queremos consuelo, alegría y seguridad, no desplazamiento, miedo y ansiedad, como muchos niños en el mundo de hoy. Las pinturas de Joon Hee nos recuerdan que, a pesar de todo, el asombro y el deleite de la infancia deberían formar parte de todos nuestros mundos.
El mundo deliciosamente peculiar de Joon-Hee Park. Por Fidias Formeus