La estética de lo bizarro y el poder del collage.
Los fantasmas familiares en clave bizarra de Mathilde Lemonnier. La artista francesa Mathilde Lemonnier decidió que había llegado el momento de mostrar a sus familiares tal y como eran, o mejor dicho, tal y como podían ser imaginados desde una óptica irónica, inquietante y profundamente creativa. Al encontrar un archivo de fotografías antiguas de sus antepasados, Lemonnier no se limitó a conservarlas como reliquias nostálgicas. En lugar de ello, las transformó en auténticas joyas de lo bizarro, aplicando pinceladas, recortes y collages que desfiguraban la memoria para convertirla en un espectáculo visual.
El resultado es un desfile de figuras que ya no pertenecen al ámbito doméstico ni al recuerdo íntimo, sino al territorio de lo fantástico y lo grotesco. Sus abuelos, tíos y bisabuelos se convierten en zombies, magos o asesinos, personajes que parecen haber escapado de una película de terror o de un cómic surrealista. La operación artística no es un simple juego estético: es una declaración de intenciones. Lemonnier nos recuerda que la memoria familiar no es un álbum estático, sino un espacio abierto a la interpretación, la ironía y la reinvención.
En este gesto hay tanto humor como crítica. Al desfigurar las imágenes, la artista cuestiona la sacralidad de la fotografía como documento de verdad. ¿Qué es un retrato sino una ficción congelada? ¿Qué es la genealogía sino un relato que puede ser manipulado, adornado o incluso ridiculizado? Lemonnier se atreve a responder con imágenes que incomodan y fascinan a partes iguales.


El procedimiento de Lemonnier se inscribe en una tradición artística que abraza lo extraño, lo grotesco y lo inquietante.
El collage, con sus recortes y superposiciones, es la herramienta perfecta para subvertir la lógica de la representación. Allí donde la fotografía prometía fidelidad, el collage introduce la ruptura, la distorsión y la metamorfosis.
Cada retrato intervenido por Lemonnier es una pequeña narración visual. Un rostro se convierte en máscara, una mirada se transforma en hechizo, una sonrisa se desfigura hasta parecer la mueca de un espectro. La artista juega con los códigos del terror, pero también con los del humor negro. Sus zombies no son únicamente monstruos amenazantes: son caricaturas familiares, figuras que provocan tanto risa como inquietud.
La estética bizarra que Lemonnier cultiva tiene un efecto doble. Por un lado, nos atrae con su potencia visual, con la fascinación que despierta lo extraño. Por otro, nos obliga a reflexionar sobre la fragilidad de la identidad y la maleabilidad de la memoria. Al convertir a sus familiares en magos o asesinos, la artista nos recuerda que todos los relatos familiares son ficciones, que la genealogía puede ser tan fantástica como un cuento de terror.
En este sentido, su obra dialoga con una larga tradición de artistas que han explorado lo monstruoso como metáfora de lo humano. Desde los grabados de Goya hasta los collages dadaístas, pasando por la fotografía surrealista, lo grotesco ha sido siempre un espejo deformante que revela verdades incómodas. Lemonnier se inscribe en esa genealogía, pero con un tono personal: el de la ironía íntima, el de la sátira aplicada al álbum familiar.


Un blog como archivo infinito.
Más allá de las piezas concretas, lo que sorprende en el trabajo de Mathilde Lemonnier es la constancia y la diversidad de su producción. En su blog, la artista publica una infinidad de trabajos que expanden este universo bizarro. Allí conviven retratos intervenidos, collages experimentales y proyectos que exploran nuevas formas de desfigurar la memoria.
El blog funciona como un archivo vivo, un espacio donde la artista comparte no solo sus obras terminadas, sino también sus procesos, sus variaciones y sus experimentos. Para el espectador, es una invitación a entrar en un laboratorio creativo donde la fotografía se convierte en materia prima para la imaginación más desbordada.
Visitar el blog de Lemonnier es recorrer un museo digital de lo grotesco íntimo. Cada entrada es una ventana a un mundo donde lo familiar se vuelve extraño, donde lo cotidiano se transforma en espectáculo. La artista no se conforma con un proyecto aislado: construye un universo coherente, una estética que se despliega en múltiples direcciones pero que siempre mantiene la misma fuerza irónica y perturbadora.

En este sentido, el blog no es solo un escaparate, sino también una declaración de principios. Lemonnier reivindica la libertad de reinterpretar la memoria, de jugar con las imágenes heredadas, de convertir lo íntimo en materia artística. Su propuesta es radical porque rompe con la idea de que las fotografías familiares deben ser preservadas intactas. Al contrario, ella las convierte en terreno fértil para la experimentación, el humor y la crítica
Con su obra, Mathilde Lemonnier no solo reinventa el álbum familiar, reinventa la manera en que pensamos la memoria, el arte y la identidad.
La obra de Mathilde Lemonnier es un ejercicio de valentía estética y de ironía crítica. Al transformar las fotografías de sus antepasados en zombies, magos o asesinos, la artista francesa nos recuerda que la memoria no es un archivo sagrado, sino un espacio abierto a la imaginación. Su estética bizarra, basada en el collage y la intervención, nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la identidad y la maleabilidad de los relatos familiares.
El blog donde publica sus trabajos es la extensión natural de este proyecto: un archivo infinito que permite al espectador sumergirse en un universo donde lo íntimo se vuelve extraño y lo grotesco se convierte en arte. Lemonnier nos enseña que la genealogía puede ser tan fantástica como un cuento de terror, y que el humor negro es una herramienta poderosa para cuestionar las verdades heredadas.
Para más información: _mathildelemonnier_
Los fantasmas familiares en clave bizarra de Mathilde Lemonnier. Por Mónica Cascanueces.

