Cada una de las pinturas de Davor Gromilovic es un mundo en sí mismo y todas poseen su propio trasfondo, personajes y narrativa.
Davor Gromilovic y sus historias psicodelirantes. El placer de descifrar cada uno de estos universos magistrales y de otro mundo reside en aquello que el espectador proyecta sobre ellos. Sus imágenes suelen recordar a escenas de una película detenida en un instante preciso, pero el artista insiste en que no se trata de relatos cerrados ni fácilmente descifrables. La narrativa existe, aunque nunca se revela por completo en una sola pieza: se construye con el tiempo, a través de la observación continuada y del diálogo entre obras y espectadores.




En su imaginario conviven elementos de los cuentos de hadas, el folclore, la animación, los videojuegos y experiencias extraídas de la vida cotidiana. Esta mezcla genera universos ambiguos donde el humor, la provocación y la reflexión coexisten sin jerarquías claras. Para Gromilovic, no existe una única manera correcta de interpretar el arte; cada lectura es válida si activa la imaginación. El significado surge en el encuentro, no en una explicación definitiva, y ese intercambio posee incluso una dimensión educativa silenciosa.
El proceso creativo es, para él, un estado natural. Desde la infancia quedó fascinado por el instante en que la línea aparece al tocar el papel o cuando los colores comienzan a mezclarse. Esa sensación permanece intacta. Las ideas pueden nacer de cualquier estímulo: un tono de azul en un parque cercano, un rasgo inesperado en el rostro de un desconocido. El artista recoge fragmentos del mundo con todos los sentidos y los transforma lentamente, como una bola de nieve que crece mientras se hace rodar.



Respecto al futuro del arte, Gromilovic reconoce la importancia del entorno digital para la difusión, pero defiende la experiencia directa. Ver una obra en persona sigue siendo irreemplazable, del mismo modo que un concierto en vivo no puede equipararse a una grabación. La elección es nuestra, pero el arte, insiste, sigue siendo esencial.
Su práctica es abierta y experimental: lápiz, acuarela, tinta, acrílico, grabado o escultura conviven según lo requiera cada idea. Aprender nuevos lenguajes forma parte del camino.
Para más información: gromilovic.com
Davor Gromilovic y sus historias psicodelirantes

