Hay artistas que pintan sobre lienzo, y hay otros que construyen universos. Alex Yanes pertenece a esta segunda estirpe.
Alex Yanes y la tridimensionalidad como manifiesto urbano. Su obra no se limita a la superficie: la atraviesa, la eleva, la desmonta y la recompone en capas de madera, color y memoria. Nacido en Miami y con raíces cubanas, Yanes es un alquimista visual que transforma la cultura urbana en arte tridimensional, fusionando influencias del skate, el tatuaje, los dibujos animados y el diseño gráfico en piezas que vibran con energía pop y profundidad emocional.
Desde su adolescencia, la madera fue su aliada. No como soporte pasivo, sino como materia viva. Construyendo rampas de skate, aprendió a dominar herramientas que más tarde se convertirían en extensiones de su lenguaje plástico. Esa relación física con el material se traduce en una obra que no teme al volumen, al corte, al ensamblaje. Cada pieza es una escultura pictórica, una especie de collage en relieve donde conviven personajes oníricos, tipografías juguetonas y una paleta cromática que parece gritar desde las paredes.

Yanes no pinta cuadros: los arma. Cada elemento es recortado, pintado individualmente con acrílico, esmalte, rotulador o spray, y luego ensamblado en capas que generan una profundidad casi teatral. El resultado es una estética que recuerda a los libros pop-up de la infancia, pero con una carga simbólica y cultural que interpela al espectador adulto. Su obra es lúdica, sí, pero también crítica, nostálgica y ferozmente contemporánea.
De lo comercial a lo esencial: una emancipación creativa.
Antes de entregarse por completo a la creación artística, Yanes transitó el camino del arte comercial. Diseñó para marcas, colaboró en proyectos gráficos, y aprendió a moverse en los márgenes del sistema. Pero fue en 2006 cuando decidió cortar con esa lógica y dedicarse exclusivamente a su obra personal. Desde entonces, su carrera ha sido una expansión constante: galerías, coleccionistas y festivales internacionales han abrazado su estilo inconfundible, permitiéndole mantener una práctica artística libre, honesta y profundamente conectada con sus raíces.

Esa libertad no es solo formal, sino también ética. Yanes colabora habitualmente con fundaciones infantiles, llevando su arte a espacios donde la creatividad se convierte en herramienta de transformación. No se trata solo de enseñar a pintar, sino de compartir una filosofía: la de construir con lo que se tiene, de transformar lo cotidiano en extraordinario, de encontrar belleza en los restos. Su uso de materiales reciclados —madera descartada, fragmentos reutilizados— no es una pose ecológica, sino una declaración de principios: el arte como acto de resistencia, de reinvención, de juego serio.
En un mundo saturado de imágenes planas y consumo rápido, la obra de Yanes propone una pausa táctil, una experiencia visual que exige rodear, acercarse, mirar desde distintos ángulos. Sus personajes —a medio camino entre el cómic, el graffiti y el arte naïf— nos invitan a entrar en su universo, pero también a cuestionar el nuestro. ¿Qué es lo que consideramos arte? ¿Qué historias cuentan los objetos que desechamos? ¿Qué lugar ocupa la infancia en nuestra memoria estética?

Color, capas y contracultura: una poética visual
La obra de Alex Yanes es, en esencia, una poética de la contracultura. No en el sentido panfletario, sino como gesto estético que reivindica lo marginal, lo lúdico, lo híbrido. Su imaginario bebe de la cultura del skate, del tatuaje old school, de los dibujos animados de los 90, pero también de la tradición artesanal y del arte popular latinoamericano. Esa mezcla, lejos de diluirse, se potencia en cada obra, generando una identidad visual sólida, reconocible y profundamente emocional.

En un tiempo donde la imagen digital domina, Yanes insiste en lo manual, en lo matérico, en lo imperfecto. Sus obras no buscan la pulcritud del render, sino la vibración del trazo humano. Hay algo profundamente honesto en su proceso: cortar, lijar, pintar, ensamblar. Cada pieza es el resultado de un trabajo físico, casi ritual, donde el artista se convierte en carpintero, pintor, narrador y activista visual.
Alex Yanes no solo construye arte: construye mundos. Mundos donde la nostalgia se encuentra con la crítica, donde el color es lenguaje y la madera, memoria. En sus manos, lo urbano se vuelve íntimo, lo pop se vuelve profundo, y lo tridimensional, inevitablemente, se vuelve político.
Para más información en su web: alexyanes.com
Alex Yanes y la tridimensionalidad como manifiesto urbano. Por Mónica Cascanueces.

