Mademoiselles, el arte de lo cotidiano desnudo.
Natasha Gudermane: «Desnudez sin escándalo, solo verdad». Desde sus orígenes, la fotografía ha sido cómplice del desnudo, no como mero espectáculo, sino como una herramienta de revelación. En este sentido, la obra de Natasha Gudermane se inscribe en una genealogía que va desde el célebre cuadro de Gustave Courbet, El origen del mundo (1866), hasta las exploraciones contemporáneas del cuerpo como espacio de significación. Gudermane, fotógrafa rusa afincada en París, nos propone en su serie Mademoiselles una mirada renovada sobre la desnudez femenina, desprovista de artificios, donde lo íntimo se convierte en escenario y el cuerpo en protagonista de una narrativa silenciosa pero elocuente.


Lo que distingue esta serie no es únicamente la exposición del cuerpo desnudo, sino la manera en que este se entrelaza con el espacio doméstico. En un París donde la vivienda suele ser reducida, los cuerpos se adaptan, se pliegan, se amoldan a los límites físicos de sus habitaciones. Gudermane capta esta simbiosis con una sensibilidad que trasciende lo documental: sus retratos son composiciones donde el cuerpo no solo habita el espacio, sino que lo interpreta, lo transforma, lo resignifica.
Altermodernidad y domesticidad: una inversión de medidas
La obra de Gudermane dialoga con conceptos filosóficos que enriquecen su lectura. Si Vitrubio afirmaba que “el cuerpo es la medida de todas las cosas”, en la era de la altermodernidad —concepto desarrollado por Nicolas Bourriaud— esta premisa parece invertirse: ahora son las cosas, los objetos, los espacios, los que dictan la medida del cuerpo. Esta inversión se manifiesta en las fotografías de Gudermane, donde el cuerpo femenino se adapta a los contornos de lo doméstico, sin perder su singularidad.


Un ejemplo paradigmático es el retrato de Juliette, donde la modelo parece emerger o sumergirse en un canasto naranja, elemento cotidiano que adquiere una dimensión simbólica. El contraste cromático entre el canasto, el fondo azul del sobre-sábana y la piel blanca de Juliette genera una tensión visual que subraya la delicadeza de la escena. No hay artificio ni escenografía impostada: Gudermane permite que sus modelos interactúen libremente con su entorno, lo que confiere a cada imagen una autenticidad que conmueve.

En este juego de adaptaciones, el cuerpo no se somete, sino que dialoga con el espacio. Lo doméstico, tradicionalmente asociado a lo femenino como carga o limitación, se convierte aquí en un campo de exploración sensorial, en una posibilidad de expresión. Gudermane subvierte los códigos de la representación femenina al mostrar que lo íntimo no es sinónimo de encierro, sino de potencia creativa.
Natasha Gudermane: «Desnudez sin escándalo, solo verdad». Intimidad, juego y resistencia estética.
Mademoiselles es, ante todo, una celebración de la intimidad. Cada fotografía nos invita a entrar en un universo privado, donde lo femenino se despliega sin pudor pero con elegancia. La mirada de Gudermane no es invasiva ni voyeurista; es cómplice, respetuosa, curiosa. Sus retratos no buscan provocar desde la exposición, sino desde la sutileza de las relaciones que se establecen entre cuerpo y objeto, entre piel y textura, entre presencia y ausencia.




La serie también plantea una resistencia estética frente a la saturación de imágenes del cuerpo desnudo en la cultura visual contemporánea. En un mundo donde la desnudez ha sido banalizada por su sobreexposición, Gudermane logra sorprendernos. ¿Cómo? Reconfigurando el vínculo entre el cuerpo y su entorno, devolviéndole al desnudo su capacidad de sugerencia, de misterio, de revelación.
En definitiva, Mademoiselles es una obra que interpela, que conmueve, que invita a mirar de nuevo. Natasha Gudermane ha conseguido lo que parecía imposible: renovar nuestra percepción del cuerpo femenino en su espacio íntimo, sin caer en clichés ni en estéticas prefabricadas. Su fotografía es un acto de escucha, de observación profunda, de respeto por la singularidad de cada mujer retratada.
Y si algo queda claro tras contemplar esta serie, es que Gudermane seguirá sorprendiéndonos. Porque su mirada no se agota en la superficie, sino que indaga, explora, transforma. En sus imágenes, lo cotidiano se vuelve extraordinario, y lo íntimo, universal.
Para más información: natashagudermane.com
Natasha Gudermane: «Desnudez sin escándalo, solo verdad». Por Mónica Cascanueces. Imágenes: Natasha Gudermane