Bajo un sol que se desliza con calma sobre el cielo y la arena blanca, vibrante de energía, La Santa bar de playa se convierte en un refugio alegre donde el tiempo se quita los zapatos y se deja acariciar por la brisa.
La Santa bar de playa: «La vida no se vive se saborea». Entre mesas blancas y murmullos envolventes habita el verdadero encanto de este bar de playa, la magia de lo simple, ese lujo natural que no requiere artificio. Estos momentos de desconexión sublimes con los pies hundidos en la arena mientras contemplas el vaivén del mar que marca el compás de la tarde. La brisa marina, cómplice eterna, acaricia los sentidos y trae consigo aromas que despiertan el deseo más primitivo: el del buen comer.
La Santa bar de playa ofrece una experiencia sensorial completa con una cocina mediterránea viajera, que se enriquece con sabores y texturas de otros lugares, pero sin traicionar jamás su alma. En este entorno los colores se intensifican, los relojes se olvidan, y hasta el rumor de las conversaciones suena como si el mundo entero celebrara la alegría de estar aquí. Porque el encanto de estos rincones no reside solo en lo que ofrecen, sino en lo que invitan a sentir: libertad, complicidad, el privilegio inmenso de no necesitar más que la arena, el mar y un instante destinado a convertirse en recuerdo. En La Santa, la felicidad tiene siempre mesa reservada.
Las gambas rojas se doran con elegancia; el tartar de atún o salmón con un tacto sedoso se desvanece en el paladar y la lubina, firme y jugosa, se sirve a la plancha con un mojo vibrante de jengibre y ajo que despierta los sentidos. Y como joya inolvidable de su carta, os invitamos a descubrir el arroz de entrecotte de ternera, tuétano y setas: una sinfonía de sabores que despierta suspiros, convoca el gesto ancestral de chuparse los dedos… y lleva al paladar a cerrar los ojos, como si el tiempo se detuviera en un instante de pura eternidad.
El aire salino acaricia la piel, despeinando certezas y encendiendo sonrisas. En la mano, un cóctel —quizá un mojito de fresas coronado de hierbabuena fresca— susurra promesas de frescor y risas compartidas. Cada sorbo es una postal líquida, un viaje diminuto que transita entre playas lejanas y recuerdos aún por nacer. Entre risas suaves y cócteles que susurran promesas, este rincón costero invita a saborear la vida con los pies en la arena y el alma en paz.
Para más información: lasantaplaya
- ¿Cómo llegar y reservar? Mossen Llorenc Riber 1, Can Picafort, Illes Balears (Mallorca)
La Santa bar de playa: «La vida no se vive se saborea». Por Bernd Eldelbar.