La narración plástica como topografía afectiva
Inventario de emociones: Lembranzas de Amalia Pereira. la artista despliega un universo en el que la memoria se hace visible a través de una construcción plástica que excede la bidimensionalidad. Su trabajo se articula como un inventario de emociones, un archivo sensible que encuentra en la superposición de capas un recurso tanto estético como conceptual. La artista utiliza el objeto real como catalizador de lo subjetivo: fragmentos, materiales y superficies se convierten en puntos de partida hacia territorios donde el recuerdo se transforma en experiencia estética.

El resultado es un discurso que no se limita al plano, sino que avanza hacia el espectador, desafiando la percepción y creando una ilusión espacial que reclama ser vivida. Pereira genera texturas que se presentan como luces y sombras fluctuantes, casi ilusorias, que preservan la individualidad de cada elemento y, al mismo tiempo, los funden en una amalgama de imágenes, significaciones y temporalidades. Esta fusión produce un ruido emocional, un eco de vivencias que transporta al observador a un estado liminar entre la ensoñación y la memoria, obligándolo a enfrentar esa zona cero en la que el arte se funde con la experiencia vivida.
Entre la tradición del colaje y la inversión lírica
La genealogía estética de Pereira dialoga con la actitud iconoclasta del dadaísmo y su reivindicación del colaje como gesto antipictórico. Aquel movimiento, nacido del rechazo y la ruptura, proponía un lenguaje mecánico, irracional y despersonalizado. Sin embargo, en Lembranzas este legado se revisa e invierte: la artista conserva la técnica pero le imprime un giro afectivo, un impulso poético que transforma lo mecánico en lírico y lo anónimo en íntimo.

De este modo, lo que en el dadaísmo funcionaba como acto de negación se convierte aquí en afirmación. La imagen, fragmentada y recompuesta, ya no se reduce a un artefacto de choque, sino que se eleva como proyección emocional. Pereira sublima la potencialidad afectiva del collage, lo convierte en un lenguaje capaz de sostener la memoria, de traducir el dolor y la esperanza, de invocar la experiencia íntima en relación con el éxodo, la diáspora y la pérdida. En lugar de un gesto antisublimatorio, se erige un canto a lo sublime, a la profundidad de la emoción como matriz de la imagen.
Paisajes de memoria y horizontes de futuro
El trabajo de Pereira se inscribe en una sensibilidad contemporánea que vincula el arte con la experiencia del desplazamiento. En sus composiciones se perciben los ecos de aquello que dejamos atrás: paisajes que se desdibujan en la memoria, rostros en blanco y negro que se entremezclan con los colores vivos del presente, huellas de lo que alguna vez fue hogar. La artista convoca el recuerdo del éxodo, pero lo hace desde una perspectiva vitalista: el dolor de la pérdida se convierte en impulso hacia nuevos horizontes.

La dimensión espacial de su obra no se limita a la evocación, sino que se proyecta hacia lo porvenir. La alternancia entre color y monocromía refuerza esa tensión entre pasado y presente, entre lo irremediable y lo posible. Así, Lembranzas no es únicamente un ejercicio de nostalgia, sino también un mapa afectivo que orienta al sujeto hacia el futuro, permitiéndole avanzar sin renegar de sus raíces. Pereira propone, en definitiva, una cartografía emocional donde el recuerdo no paraliza, sino que impulsa.
Feminidad, naturaleza y alteridades afectivas
Un aspecto crucial de la propuesta de Pereira es su reivindicación del empoderamiento femenino. En su obra, la mujer aparece no solo como figura, sino como metáfora de naturaleza, inteligencia, anatomía e identidad. Esta concepción desplaza las representaciones tradicionales y sitúa a la mujer como eje generador de sentido. En sus capas plásticas y narrativas se abren territorios de alteridad afectiva que expanden lo psíquico hacia nuevos umbrales.

La fusión entre lo personal y lo colectivo se articula como un lenguaje visual que navega entre el presente cromático y el pasado monocromo, proponiendo una dialéctica entre lo vivido y lo recordado. La artista invita al espectador a recorrer estas esferas emocionales, a dejarse arrastrar por la ensoñación y la memoria, a reconocerse en los pliegues de lo íntimo. En este sentido, Lembranzas no es únicamente una obra de arte, sino una experiencia transformadora: un inventario de emociones que devuelve a la imagen su capacidad de conmover, de interpelar y de resignificar la existencia.
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Inventario de emociones: Lembranzas de Amalia Pereira. Por Mónica Cascanueces.