Un lugar para volver, o mejor aún, para quedarse.
Donde el Paisi: el rincón donde el alma se sienta a comer. En una esquina discreta del barrio de Industria, donde Palma aún conserva alma de vecindario, se encuentra Donde el Paisi. Un local sin pretensiones estéticas, pero con algo que hoy escasea: autenticidad. Aquí no hay estrategias de marketing ni conceptos forzados, solo una propuesta honesta donde el protagonista es el sabor… y la memoria. Nada es casual, pero todo fluye con naturalidad. Lo que parece improvisado, en realidad está hecho con intención.
El alma del sitio es Paisi —apodo heredado y convertido en identidad—, quien no solo gestiona el local, sino que lo habita con esa mezcla de oficio y cercanía que transforma clientes en parroquianos. El trato es directo pero cálido, la recomendación siempre tiene sentido, y la cocina lleva su firma, aunque nunca la reclame.

La carta, el mestizaje no es moda, es herencia. Ejemplo perfecto de ello es su celebrado pa amb oli a la extremeña: pan moreno crujiente, embutido ibérico de bellota, tomate restregado con mimo y aceite de oliva virgen que deja huella en el paladar. No se trata de reinventar nada, sino de hacerlo bien.
Las tablas de embutidos ibéricos merecen una pausa. Son abundantes, sin florituras, con producto de secadero pequeño: jamón, caña de lomo, morcón, chorizo… Todo servido con pan tostado y a veces, si hay suerte, con un queso curado de oveja que huele a dehesa y sabe a casa. Aquí no hay cortes al vacío ni lonchas de catálogo: el cuchillo marca el ritmo.
Y luego están las tapas de toda la vida, sin reinterpretaciones forzadas. Croquetas de gamba roja —con bechamel cremosa y rebozado ligero—, pulpo a la brasa con aliño suave, calamares frescos fritos al momento, y esa ensaladilla con ventresca que respeta el equilibrio entre nostalgia y técnica. Son platos que no buscan likes, sino silencios tras el primer bocado.
Pero Donde el Paisi no se encierra entre paredes.
Dispone de dos terrazas, auténticos refugios urbanos. Una más resguardada, casi secreta, perfecta para una comida pausada o una copa al caer la tarde. La otra más abierta al barrio, enfrente de los Molinos centenarios, viva, ideal para cenas compartidas y sobremesas largas. Ambas tienen algo en común: se llenan sin hacer mucho ruido y vacían el estrés de quien se sienta.
El servicio sigue la misma línea: humano, atento, sin prisas. Aquí no se rota la mesa, se ocupa. Y eso lo cambia todo. Los que repiten —y son muchos— ya no preguntan qué hay en carta, simplemente se dejan llevar por lo que sugiere la casa.

Los precios son justos. Ni trampa para turistas ni pretensión de alta cocina. Se paga lo que se come, con la satisfacción de saber que detrás hay calidad, trabajo artesanal y respeto por el producto. En tiempos de sobrecostes disfrazados, eso ya es una declaración de principios.
Donde el Paisi no tiene un perfil de Instagram viral ni promociones llamativas. Su publicidad es el boca a boca y la experiencia repetida. No busca parecer auténtico: lo es. En una ciudad que a veces se disfraza demasiado, este rincón ofrece una pausa, una mesa compartida y un sabor que no necesita explicaciones.
- ¿Cómo llegar? Indústria, 13, Palma, Illes Balears (Mallorca)
Donde el Paisi: el rincón donde el alma se sienta a comer. Por Bernd Eldelbar.