La fotografía como arte del desvío: monstruos en Los Ángeles
Alice Cooper y su familia monstruosa: terror en la piscina. En el abrasador verano de 1975, el célebre fotógrafo británico Terry O’Neill, conocido por capturar a las celebridades en sus momentos más insospechados, fue invitado a la casa de Alice Cooper en Los Ángeles para una sesión que hoy parece extraída de una pesadilla cuidadosamente escenificada.
Lo que parecía una típica jornada de piscina en el Hollywood dorado se transformó en un desfile de horrores: máscaras de extraterrestres, la criatura de la laguna negra, un tiburón y un sinfín de guiños al cine de serie B. Esta composición visual, teatral y perturbadora, se ha consolidado como una de las sesiones fotográficas más emblemáticas del rock de los años setenta.

Cooper, maestro del shock-rock y figura totémica del exceso escénico, no se limitó a posar. Invitó al absurdo a convivir con lo doméstico, al terror a habitar lo cotidiano. Junto a su entonces pareja Cindy Lang —oculta tras una máscara de monstruo anfibio— y la pequeña Ami Dolenz (hija del músico Micky Dolenz), recreó una suerte de tableau vivant donde lo grotesco coquetea con lo íntimo.
En una de las imágenes más inquietantes, Alice lee tranquilamente junto a un tiburón inflable en la piscina, como si el peligro estuviera domado o, peor aún, interiorizado. Esta convivencia entre el espanto y la serenidad es precisamente el sello de O’Neill: hacer del momento insólito un nuevo canon estético.

Iconografía del escándalo: cuando el horror es estilo de vida
Lejos de la mera provocación visual, Alice Cooper supo hacer de su vida un espectáculo continuo donde la monstruosidad no era disfraz, sino lenguaje. Su presencia escénica se alimentaba de símbolos satánicos, ejecuciones ficticias, sangre teatral y erotismo perverso. No era sólo música: era una misa negra audiovisual pensada para perturbar y fascinar a partes iguales. Esta sesión fotográfica con O’Neill no fue la excepción. De hecho, podría leerse como una extensión natural de su performance vital: la puesta en escena del escándalo llevada al terreno íntimo de su residencia angelina.


Lo paradójico —y siniestro— es que pocos días después de esa sesión, la casa ardió en llamas mientras Cooper se encontraba en Nueva York. La anécdota alimenta la leyenda: ¿coincidencia o castigo simbólico? Lo cierto es que, al igual que sus shows, la vida del artista parece orbitada por un aura de tragedia controlada.
En sus propias palabras: “Todo el planeta pensaba que yo era satánico, excepto mis padres”.
Esta frase, extraída de su biografía, resume a la perfección el doble juego de su figura: icono del mal para el imaginario colectivo, pero consciente creador de una máscara.

La imagen más elocuente de toda la sesión es, sin duda, aquella en la que Cooper se baña con “la cosa del pantano” mientras un extraterrestre toma el sol a pocos metros. No es sólo una fotografía, es un manifiesto: el monstruo ya no vive en el armario, ahora toma cócteles junto a nosotros.
Del infierno a la redención: el artista como criatura de ficción
Lo más fascinante de Alice Cooper es su capacidad para construir un universo simbólico coherente alrededor de su personaje. Y, como todo gran mito, Cooper también tiene su reverso. A pesar de su fama de blasfemo incorregible, ha declarado en diversas entrevistas su conversión al cristianismo, aunque sin alardes ni sermones.
“Es muy fácil prestar atención a Alice Cooper y no a Cristo”, afirmó alguna vez con ironía desarmante. Esta declaración no anula su obra, sino que la enriquece: nos habla de un hombre que entiende que su arte es máscara, ficción y artificio.

Cooper no es un filósofo, como él mismo aclara, pero sí un narrador visual que ha sabido traducir los miedos colectivos en gestos escénicos. La sesión con Terry O’Neill es prueba de ello: en ella no hay horror gratuito, sino una estética del exceso cuidadosamente orquestada. Y aunque los monstruos se deshacen con la luz del día, la imagen permanece. Una imagen que es tanto un espejo como una advertencia.

Para quienes sientan fascinación por su universo oscuro o simplemente deseen ver de cerca cómo el terror puede bañarse bajo el sol californiano, el perfil oficial de Alice Cooper en Instagram es una ventana ineludible a esta ficción eterna que, aún hoy, nos sigue inquietando.
Para más información: alicecooper
Alice Cooper y su familia monstruosa: terror en la piscina. Por Mónica Cascanueces.