Una pintora figurativa cuya obra constituye una introspección afectiva e inconsciente, donde la infancia, el entorno familiar y la memoria se funden en metáforas.
Sumergidos al escenario emocional de Silvia Lermo. LA artista forma parte de ese grupo importantísimo de jóvenes artistas gaditanos que están llevando la figuración a las cotas más altas de artisticidad. Es de una aplastante juventud y, quizás, por eso – o no – su capacidad creativa no tiene límites.




Lo hemos podido comprobar ya, en varias ocasiones y en todas afrontaba la figuración con resuelto descaro, sin cortapisas y abandonándose a un especialísimo planteamiento conceptual donde todo quedaba supeditado a una parcela realista de muchas connotaciones mediatas que dejaban entrever esa existencia pausada donde habita una realidad sin prisas.
Silvia Lermo es una pintora con voz distinta, con tonos propios, con melodías nuevas que recrean versos desencuadrados, asumiendo los perfiles de una realidad diferente.
Su pintura relata posiciones que están al día, que ofrecen rasgos de lo que la vista contempla en esta humanidad, que ha sido prepotente, que se ha limitado a desenvolver los viejos sistemas que la tradición imponía y a olvidarse de muchas circunstancias que tienen lugar en la cercanía del juego existencial.

Con un lenguaje desenfadado pero sereno, moderno pero de consideración plástica tradicional, de esquemas representativos habituales pero perfiles que asumen su condición de contundente juego trasgresor, Silvia Lermo sitúa su historia en unos horizontes de armonía donde cohabita una realidad sin voces estridentes, sin conflictos espurios por naderías; donde lo humano y lo natural juegan a un corro silente de voces, perfectamente acondicionadas, dentro de una historia de lúcidos encuadres.

Porque lo que la pintura de Silvia Lermo relata no es el cuento feliz de un paraíso donde se vive a medio gas; quizás por vértices demasiados bien dispuestos. En su obra hay una existencia poblada de felices realidades. Animales que forman parte de una vida sin sobresaltos, que pueblan una naturaleza edénica, que comparten posiciones sin voces chirriantes.
Sumergidos al escenario emocional de Silvia Lermo. Por Bernardo Palomo