«La maternidad como portal místico: Krisztina Lazar redefine el arte visionario con pinceladas de magia, mitología y realidad alterada.»
Krisztina Lazar y el chamanismo pop como portal contemporáneo. En el vasto y mutable panorama del arte contemporáneo, pocas creadoras logran una síntesis tan elocuente entre lo ancestral y lo emergente como Krisztina Lazar.
Su propuesta estética —autodefinida como chamanismo pop— constituye una alquimia visual donde convergen el simbolismo arquetípico, la mitología transhistórica, el ocultismo sincrético y las sensibilidades de la cultura pop. No es casual que su obra haya resonado en contextos tan diversos como las salas del museo H.R. Giger en Gruyère o espacios alternativos en Estados Unidos: Lazar articula un lenguaje pictórico híbrido que funciona a la vez como rito, como revelación y como espejo.


Formada en la Carnegie Mellon University (BFA, 2004) y luego en el departamento de Nuevos Géneros del San Francisco Art Institute (MFA, 2011), Krisztina Lazar ha trazado un camino que rehúye el academicismo estéril sin renunciar a la sofisticación técnica.
Krisztina Lazar y el chamanismo pop como portal contemporáneo. Su realismo imaginario —una suerte de hiperrealidad encantada— no busca la mímesis literal sino una fidelidad más profunda: la de las formas visionarias, los arquetipos vivientes y las potencias ocultas que habitan lo cotidiano.
Su serie más reciente, Mythos Motherhood, representa un punto de inflexión tanto biográfico como conceptual. Nacida de la experiencia de convertirse en madre hace dos años, esta etapa de su producción despliega una iconografía intensa y cargada de simbolismo donde la figura maternal no se limita al arquetipo de la madre nutricia, sino que encarna también lo salvaje, lo protector, lo sacrificial y lo mutante. La maternidad, en Lazar, se revela no como una condición biológica estática, sino como una travesía espiritual y simbólica, repleta de transformaciones liminales.

En estos lienzos, su hijo aparece no solo como sujeto representado sino también como colaborador: presencia viva, inspiración directa, talismán. Esta simbiosis entre artista y criatura reconfigura la lógica autoral tradicional: el acto de pintar se convierte en un ritual compartido, una co-creación donde el arte emerge como crónica emocional de una intimidad radical. Las pinceladas de Lazar, precisas y orgánicas, parecen canalizar un flujo interno que no distingue entre el yo y el otro, entre lo físico y lo espiritual.
El universo de Mythos Motherhood está poblado de símbolos que dialogan con múltiples tradiciones esotéricas y culturales: serpientes, portales interdimensionales, halos lumínicos, ojos que observan desde dimensiones paralelas.
La artista subvierte el lenguaje religioso y mitológico no para parodiarlo, sino para resignificarlo desde una perspectiva femenina contemporánea. En sus composiciones, la madre es también chamana, guerrera, sacerdotisa de lo invisible.

El “chamanismo pop” que Lazar invoca no es una pose estilística ni una moda efímera, sino un gesto profundo de recuperación simbólica. Lo “pop” en su obra no responde al cinismo o la banalización, sino que se entreteje con lo sagrado, reivindicando la posibilidad de que lo espiritual se manifieste incluso en los códigos visuales de la cultura de masas. De este modo, su arte se inserta en una tradición que va de Leonora Carrington a Alex Grey, aunque con una sensibilidad marcadamente contemporánea y femenina

Su paso por el Museo H.R. Giger —espacio dedicado a las visiones biomecánicas y oscuramente fantásticas del creador de Alien— no es anecdótico: en Lazar también habita esa inquietud por lo liminal, lo híbrido, lo mutante. Sin embargo, donde Giger exploraba los miedos primordiales de la humanidad frente a la tecnología y la biología, Lazar propone una alquimia de sanación, un retorno a las fuentes míticas que puede, quizás, restituir lo fragmentado.

En tiempos donde la maternidad suele abordarse desde discursos polarizados —ya sea glorificada o instrumentalizada—, Mythos Motherhood ofrece una visión mucho más matizada, rica en ambigüedad simbólica y resonancia espiritual. La obra de Krisztina Lazar no busca dictar respuestas sino abrir portales: sus pinturas son umbrales hacia territorios interiores donde lo femenino, lo visionario y lo sagrado se entrelazan.

En definitiva, Krisztina Lazar no solo pinta: canaliza, transfigura, recuerda. Su trabajo es una invitación a mirar más allá de la superficie, a recuperar la dimensión arquetípica de la experiencia humana, y a asumir el arte como una forma viva de conocimiento espiritual. En su universo pictórico, la madre es también oráculo, y la pintura, una forma de meditación encarnada.
Para más información: transcendentbird.com
Krisztina Lazar y el chamanismo pop como portal contemporáneo. Por Mónica Cascanueces.