Un destacado pintor valenciano residente en Nueva York que introdujo en España una forma de expresión artística que combina el compromiso político y social con el humor y la ironía.

Manolo Valdés y su compromiso político y social con el humor y la ironía. En 1964 fundó el grupo artístico Equipo Crónica junto con Juan Antonio Toledo y Rafael Solbes, en el cual se mantuvo hasta la muerte de Solbes en 1981, aún cuando a los dos años de la fundación del grupo, Toledo lo había abandonado. A la muerte de Rafael Solbes sigue trabajando en solitario en Valencia durante unos años, hasta que en 1989 viaja a Nueva York donde monta su estudio y sigue experimentando con las nuevas formas de expresión. También mantuvo un estudio en Madrid para la realización de grandes esculturas, alternando la creación en ambas ciudades.
Los planteamientos estéticos del Equipo Crónica (1964-1981) evocan la atmósfera visual de una época. El grupo surge como una de las propuestas más coherentes del movimiento figurativo que, a principios de los sesenta, intenta dejar atrás la pintura informalista española.



En la actualidad la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, anunció que una de las naves del Parque Central se convertirá en el Espai Manolo Valdés y recogerá parte de su obra que estará cedida a Valencia al menos durante diez años. Valdés a sus 83 años comenta estar orgulloso de que aquella Valencia en la que creció, «donde no había nada, sólo la galería Mateu», hoy no cese de sumar espacios culturales.
El artista siempre ha demostrado una profunda sensibilidad al descontextualizar sujetos de obras de famosos artistas como Velázquez, Picasso y Matisse, para trasladarlos a una tridimensionalidad escultórica y así otorgarles una nueva identidad, una vitalidad desconocida en el original.


Valdés declara haber comenzado a trabajar en la imagen de la Reina Mariana primero pintándola. El Museo del Prado de Madrid siempre ha sido uno de los lugares de exhibición favoritos del artista, donde especialmente disfrutaba admirando las obras del maestro español Velázquez. Al delinear la figura femenina para crear grabados, comenzó a preguntarse cómo se vería desde otra perspectiva. Así es como el artista realiza la primera versión escultórica en madera.

El objetivo era ampliar la narrativa sobre esta figura más allá de los límites impuestos por la bidimensionalidad del lienzo. Desde la madera hasta el bronce, desde la piedra hasta la resina: Valdés ha vuelto constantemente al tema de Las Meninas, siempre encontrando nueva inspiración para experimentar con materiales y técnicas diferentes.

El año pasado coincidiendo con la Bienal de Arte de Venecia, la galería Gallería d’Arte Contini que representa al artista ha instalado en la plaza de San Marcos sus 13 estatuas, de dos metros de altura de Las Meninas inspiradas en la obra de Velázquez y se comentó en el periódico El Español que la gente las confundía con cubos de basura.

Grandes, imponentes, oscuras, rígidas. Las estatuas han tomado posición en el medio de la plaza, como un ejército en preparación. Han sido colocadas en serie, dominantes y centrales. Sin emabrgo, no es una casualidad: los turistas empezaron a sacar fotos y selfies, uno de los efectos más buscados. Las fotos dieron la vuelta al mundo y la exposición también.

Los Mickey de Manolo Valdés nos permiten penetrar en un territorio estético diferente, donde la imagen emblemática del ratón rearticula su sentido entre capas de materia, espesas texturas, retazos de tejidos, hilos, arpillera, madera, pasta pictórica, costuras, desgarros y puntadas. En tanto constructor de iconos, el artista logra acceder a una nueva imagen de Mickey donde el antecedente de Walt Disney se revela como ancestro o recuerdo desde coordenadas diferentes.
Manolo Valdés y su compromiso político y social con el humor y la ironía