Como los versos zen, las piezas de Marta Sánchez Marco, sitúan en primer término aquello que nos pasa desapercibido: lo mínimo, lo transitorio, lo incompleto, lo fugaz…
“El herbario imperfecto” de Marta Sánchez Marco. De ahí que en el tratado de Francisco Loscos y Bernal: Serie imperfecta de las plantas aragonesas espontáneas (1867), encontrara Marta un reflejo de su sentir hacia la naturaleza, pues también ella renuncia a abarcar el mosaico infinito de partes que constituye la vida.
La exposición “El herbario imperfecto”, de Marta Sánchez Marco, propone una exploración sensible del mundo vegetal a través de piezas que desafían la rigidez académica del herbario tradicional. En lugar de hojas perfectamente prensadas y etiquetadas, Sánchez Marco presenta “imperfecciones” que revelan la vida, el paso del tiempo y la huella humana en la naturaleza.

Marta empieza a retratar las hojas desde el mismo momento en que las recoge del suelo y acaricia; mucho antes de que surja el disparo de la cámara. El proyecto es un compromiso de años, muy meditado, que se despliega en diferentes acercamientos y técnicas: fotografía, dibujo, joyería… distintas posibilidades como las etapas de un terapéutico proceso alquímico de resurrección de “hojas muertas”.
El camino se inicia eligiendo las piezas en el paseo, continúa cuando, meciéndolas entre sus cálidas manos, las mide y acepta, y finaliza en su estudio-laboratorio, sometiendo esos cuerpos vegetales a un singular embalsamamiento que evoca una metafórica resurrección.
“El herbario imperfecto” forma parte del proyecto Silencio y metamorfosis, concebido y realizado por Marta Sánchez Marco. En este ritual, el oro aporta una carga estética y simbólica pues al fundirse el metal con la sustancia natural de la hoja, unidos, emprenden una transformación química y espiritual.
Desde el primer golpe de vista, el público entiende que ha entrado en un espacio donde lo orgánico se abraza con lo efímero. Flores marchitas, tallos torcidos, especies parcialmente deshidratas y registros botánicos inconclusos componen una narrativa visual que reivindica lo fragmentario. Las piezas están dispuestas sobre paneles de madera sin tratar, generando un ambiente cálido y doméstico que contrasta con la frialdad de los herbarios científicos.
La artista rescata plantas autóctonas y también exóticas, como si reuniera testimonios de viajes personales y colectivos. En ellas se advierte la mano del tiempo: manchas de oxido, roturas en los márgenes y superficies rugosas que acumulan memoria. Cada obra incorpora textos breves, manuscritos a mano, que relatan anécdotas, sensaciones o datos botánicos. Estas notas, lejos de explicar didácticamente, sugieren un diálogo íntimo entre la creadora y el visitante, invitándole a leer, imaginar y completar con su propia experiencia.
Uno de los momentos más impactantes es una pieza en la que una flor silvestre se presenta casi convertida en polvo. Una caja de cristal contiene partículas diminutas sobre un fondo oscuro, evocando el ciclo de vida, la fragilidad. Frente a ésta, otra obra muestra una rama recién cortada, con un crucigrama manuscrito en un papel adhesivo que incita a pensar en la relación entre naturaleza y lenguaje, en la deriva de nuestra cultura al intentar nombrar lo inasible.
La sala se articula en tres ámbitos: el “recuerdo botánico”, el “cuerpo vegetal” y la “disolución poética”. En cada sección, la temporalidad atraviesa las piezas: la conservación no es ausencia de cambio, sino testimonio de transformación. “El herbario imperfecto” desafía al visitante a contemplar lo imperfecto como esencia, a percibir la belleza en la ruina y a reconocer que el conocimiento botánico es tan humano como incierto. Una propuesta que conmueve y reflexiona sobre el paso del tiempo, la memoria y la conexión profunda con lo natural.
El dispositivo posee una doble cualidad introspectiva (meditativa) y crítica (con el deterioro medioambiental). Se trata de un recorrido abierto que invita a hacer un paseo silencioso y sin jerarquías entre los elementos expuestos, a modo de partitura horizontal. El visitante podrá dejarse llevar por sus propias motivaciones e intuiciones, tal y como haría visitando un museo histórico o durante un paseo campestre.
“El herbario imperfecto” forma parte del proyecto Silencio y metamorfosis, concebido y realizado por Marta Sánchez Marco