Oram no solo anticipó el futuro de la música: lo esculpió con trazos invisibles, soñando con un mundo que aún estamos aprendiendo a escuchar.
Daphne Oram, la visionaria que dibujó el sonido del porvenir. En el canon de la música electrónica, los nombres masculinos predominan como estandartes del avance técnico y artístico. Sin embargo, entre las sombras de la historia resplandece una figura cuyo genio fue tan precoz como marginalizado: Daphne Oram.
Pionera, inventora, artista total y pensadora radical del sonido, Oram no solo contribuyó decisivamente al nacimiento de la música electrónica, sino que anticipó muchos de sus desarrollos contemporáneos desde un rincón solitario, rodeada de osciladores y cinta magnética.
Nacida en 1925 en el apacible condado de Wiltshire, Daphne eligió desde muy joven el camino menos transitado. Rechazó una beca en el Royal College of Music —gesto impensable para una joven con talento musical— para convertirse en técnica de sonido en la BBC. No buscaba interpretar partituras ajenas, sino moldear el sonido mismo desde su origen. En sus horas libres, cuando la emisora cerraba sus transmisiones, Oram se quedaba a solas con la tecnología de grabación, experimentando con filtros, generadores de tono y magnetófonos. Mientras otros veían un caos sin forma, ella intuía los cimientos de una nueva estética sonora.
La fundación en 1958 del Radiophonic Workshop de la BBC, donde Oram participó como cofundadora, marcó un hito para el desarrollo del sonido experimental en el Reino Unido. Pero su espíritu visionario no se conformó con las limitaciones de un espacio institucional. Ese mismo año abandonó el taller y fundó su propio estudio en Kent, el Oramics Studios for Electronic Composition, donde daría a luz una de las invenciones más insólitas y poéticas de la historia de la música electrónica.
Oramics: la música como forma visual
El sistema Oramics, ideado y desarrollado por Daphne Oram, desafía cualquier noción tradicional de cómo se produce la música. Se trataba de una tecnología que permitía literalmente dibujar sonidos. Utilizando láminas transparentes sobre las que se trazaban formas gráficas, que luego eran leídas por un sistema óptico, la máquina convertía esos gestos en parámetros sónicos: frecuencia, timbre, amplitud. Lo que parecía arte abstracto se transformaba en sonido con una riqueza expresiva inédita.
Oramics fue mucho más que un instrumento: fue una filosofía del sonido. Su propuesta se situaba en la intersección entre la creación visual, la ingeniería y la composición musical, rompiendo las barreras entre disciplinas y anticipando una estética multimedia que tardaría décadas en institucionalizarse. A través de este sistema, Oram logró una síntesis única entre lo humano y lo maquínico, lo analógico y lo intuitivo. En cierto modo, fue precursora tanto del sintetizador como de la interfaz gráfica de usuario, y se adelantó con asombrosa claridad al pensamiento sonoro digital.

Pero su invención fue también un gesto de rebeldía frente al patriarcado técnico de su época. En un mundo dominado por ingenieros hombres, Daphne propuso una forma de creación donde la sensibilidad artística y la tecnología se entrelazaban sin jerarquías. El sonido producido por Oramics no era funcional ni melódico en el sentido clásico: era materia viva, siempre en mutación, profundamente expresiva y cargada de significados.
Daphne Oram, la visionaria que dibujó el sonido del porvenir. Legado invisible, influencia eterna
A pesar de su genialidad, Daphne Oram no recibió en vida el reconocimiento que merecía. Fue marginada por su condición de mujer, por su visión radical y por su deseo de independencia creativa. No quería ejecutantes: quería creadoras sonoras. Su obra Still Point, escrita en los años 40 y considerada hoy una pieza fundacional por su fusión entre orquesta y manipulación electrónica en tiempo real, fue silenciada durante más de siete décadas. No fue hasta 2016 que pudo escucharse por primera vez, gracias a la Orquesta Contemporánea de Londres.
Su libro An Individual Note of Music, Sound and Electronics (1972) es aún una fuente insólita de inspiración: en él despliega una filosofía del sonido que explora la percepción, la energía y la posibilidad de transformación personal y social a través de la música. Sus ideas resuenan hoy en artistas como Aphex Twin, Delia Derbyshire o Laurie Spiegel, cuyas exploraciones electrónicas encuentran eco en los senderos que Oram abrió sin mapa.
Actualmente, el Museo de la Ciencia de Londres conserva su sistema Oramics como un símbolo del genio incomprendido, y centros académicos como Goldsmiths College han contribuido a restaurar su legado. Pero más allá del museo o la academia, Daphne Oram vive en cada textura sonora que desafía las convenciones, en cada artista que ve en la tecnología un aliado poético, no un mero instrumento.
Daphne Oram, la visionaria que dibujó el sonido del porvenir. Por John Headhunter.