«Con una paleta precisa y una mirada implacable, Asaf Hanuka transforma el cómic autobiográfico en un arte mayor: crónica de lo íntimo, denuncia política y poesía visual se funden en una obra que interpela tanto al ojo como a la conciencia.»
Asaf Hanuka: Crónica ilustrada del abismo cotidiano. En el vasto y saturado panorama del cómic contemporáneo, donde la saturación de estímulos amenaza con diluir toda voz auténtica, emerge la figura inconfundible de Asaf Hanuka como un testimonio vibrante de la sensibilidad, la inteligencia y el coraje estético.
Nacido en Tel Aviv en 1974, Hanuka ha sabido edificar un corpus artístico que no solo subvierte las convenciones del cómic autobiográfico, sino que desborda sus márgenes para tornarse documento, alegoría y espejo: un artefacto gráfico que transforma lo íntimo en universal y lo cotidiano en simbólico.

Su proyecto más reconocible, The Realist, es una crónica visual de su vida, pero también una radiografía emocional de una generación atrapada entre las promesas incumplidas de la modernidad y el vértigo de la precariedad global. En sus viñetas no hay lugar para la complacencia: cada imagen está cargada de una tensión poética que obliga a leer con el estómago, no solo con los ojos.
En un solo panel puede condensar la paternidad, el conflicto palestino-israelí, la ansiedad digital y el absurdo existencial con una precisión quirúrgica que recuerda al mejor Art Spiegelman, aunque con una carga más simbólica y una estética pulida hasta la transparencia.

Asaf Hanuka: Crónica ilustrada del abismo cotidiano. El estilo visual de Hanuka es de una limpieza casi cruel.
Su trazo meticuloso, con una paleta contenida y un dominio del color que sugiere más de lo que muestra, juega con las estructuras narrativas del sueño y del inconsciente. The Realist no es simplemente un diario ilustrado: es una reconstrucción fragmentaria del yo en tiempos de crisis, donde lo personal no se puede desentender de lo político. La opresión doméstica se refleja en la tensión del Estado; el miedo a no poder sostener una familia se entreteje con la fragilidad del proyecto nacional.

Hanuka también sabe narrar desde otros registros, y Pizzería Kamikaze, basado en el relato de Etgar Keret, es una buena muestra de ello. Allí se despliega una distopía post-suicida que no puede sino leerse como una sátira demoledora de las promesas incumplidas del más allá.

El protagonista, un joven que se ha quitado la vida, despierta en un limbo absurdo, una suerte de vida paralela desprovista de esperanza, donde todo es exactamente igual pero levemente peor. Este juego narrativo, que podría caer en el cliché, es elevado por Hanuka gracias a su trazo que combina ironía visual y un sentido dramático profundamente humano. El duelo, la pérdida, la desolación son tratados con una dignidad estética que emociona sin sentimentalismo.

En K.O en Tel Aviv, Hanuka ahonda aún más en el trauma colectivo.
Tel Aviv se convierte en un personaje más: una ciudad bipolar, fragmentada, tan capaz de la belleza como de la violencia. La ilustración se vuelve aquí crónica urbana, espejo de las contradicciones de un país que vive en guerra consigo mismo. Lejos de caer en una crítica panfletaria, Hanuka se mueve con una ironía lúcida que no renuncia a la ternura. El autor se presenta como un sujeto que no entiende del todo el lugar que habita, pero que se siente interpelado por él a cada paso.

Junto a su hermano Tomer, en The Divine, Hanuka trasciende las fronteras del realismo para sumergirse en una fábula bélica teñida de magia y ciencia ficción. Allí, lo sagrado y lo tecnológico se dan la mano en un relato que recuerda a Apocalypse Now atravesado por el espíritu de Akira. La guerra, el trauma y la infancia robada se amalgaman en una épica ilustrada de enorme potencia visual. Es un cómic que, como en la mejor tradición del medio, pone en tensión los límites entre el espectáculo y la denuncia, entre el entretenimiento y el arte.
Asaf Hanuka no dibuja para decorar paredes ni para apaciguar conciencias: dibuja porque su trazo es un grito, un acto de resistencia íntima. Su obra no ofrece respuestas, sino espejos. Y en ellos, lo que vemos es, quizás, lo más incómodo: a nosotros mismos.
Para más información: www.asafhanuka.com
Asaf Hanuka: Crónica ilustrada del abismo cotidiano: Por Mónica Cascanueces.