YariDG: «Arte figurativo entre naturaleza, alma y metamorfosis». En una época marcada por la velocidad, la fragmentación del yo y la alienación respecto al entorno natural, el trabajo de Jari Di Giampietro, también conocido como YariDG, se erige como un refugio estético y espiritual.

Nacido en 1983 en la región italiana de Abruzzo, lugar donde continúa residiendo y creando, este artista multidimensional transita con fluidez entre las técnicas de la escultura, el tatuaje, la acuarela y la pintura al óleo, configurando una obra profundamente figurativa, aunque inquieta en sus significados.
Su enfoque revela una poética que no se contenta con la superficie de los hechos, sino que explora aquello que los trasciende, en una búsqueda constante de resonancias interiores y verdades más hondas.

Entre espiritualidad y artesanía: el cuerpo como símbolo.
El arte de Di Giampietro es una intersección fértil entre espiritualidad y artesanía, entre lo tangible y lo simbólico, donde el cuerpo humano, en particular las manos, adquiere un papel protagónico. Estas manos, a menudo aisladas y magnificadas, no son meros apéndices anatómicos sino vehículos de expresión emocional, portales hacia la fragilidad del alma humana.
Son también metáforas visuales de la creación y del contacto —con el otro, con uno mismo, con la naturaleza—, una naturaleza que, en su cosmovisión artística, aparece no como fondo decorativo, sino como agente activo de transformación.

En este sentido, la obra de Di Giampietro encuentra afinidades electivas tanto en el hiperrealismo como en el surrealismo pop. Del primero, toma el rigor técnico y la atención al detalle minucioso; del segundo, hereda el gusto por la metáfora, la ironía y el extrañamiento.
Su obra se sitúa así en un territorio intermedio, donde la fidelidad al mundo visible se ve enriquecida por una dimensión simbólica que interpela al espectador. La metamorfosis es una constante: flores que se funden con pieles, cuerpos que parecen brotar del humus, manos que se entrelazan con raíces o pétalos, creando composiciones de una intensidad lírica que desafía los límites entre lo humano y lo vegetal.

YariDG: «Arte figurativo entre naturaleza, alma y metamorfosis». Contemplar en tiempos de ruido.
En un mundo donde el ser se disuelve en la virtualidad, donde la identidad se fragmenta y se negocia a través de pantallas, Di Giampietro propone una detención contemplativa, una mirada desacelerada. Sus obras obligan al espectador a detenerse, a observar con cuidado, casi con reverencia, una imagen que no solo se presenta sino que se ofrece como objeto de reflexión compartida. No hay aquí un simple ejercicio de virtuosismo técnico —que, sin duda, existe—, sino una voluntad ética y estética de reencuentro con lo esencial: el cuerpo, la materia, la naturaleza, el espíritu.

Cabe destacar que, más allá de la técnica impecable y la elección cuidada de motivos, la obra de Di Giampietro se enmarca en una resistencia silenciosa frente al exhibicionismo contemporáneo. En lugar de exacerbar lo espectacular, sus imágenes buscan lo íntimo, lo sutil, lo que resiste al ruido y al consumo inmediato. Hay en ellas una suerte de espiritualidad laica, una intuición del misterio que no necesita doctrinas sino imágenes, que se manifiesta en el diálogo entre lo efímero del cuerpo y la permanencia de lo natural.

El alma en flor: un arte que pregunta.
En última instancia, las composiciones de YariDG constituyen un espejo poético donde se reflejan nuestras contradicciones más profundas: el anhelo de comunión frente al aislamiento digital, la necesidad de lentitud frente a la urgencia sistémica, la fragilidad de la carne frente a la persistencia de las flores. Su arte no busca respuestas, pero sí habilita preguntas; no impone un mensaje, pero suscita una experiencia.

Así, Di Giampietro nos invita, con cada trazo, a recordar que la belleza no es un lujo, sino una forma de conocimiento. Y que, tal vez, en el gesto sencillo de observar una mano entrelazada con una flor, aún podamos redescubrir algo del alma que el mundo moderno pretende olvidar.
YariDG: «Arte figurativo entre naturaleza, alma y metamorfosis». Por Mónica Cascanueces.