Hay personas que habitan el «pudiera ser» como si fuera una especie de limbo verbal. No afirman ni niegan, no eligen ni rechazan. Su lenguaje habita la posibilidad, pero rara vez se compromete con la realidad.
‘Las tentaciones de Courbet’ de José Luis Serzo. Hablan como si vivieran en dimensiones paralelas donde todo es hipotético, reversible, dudoso. No porque no sepan, sino porque no se atreven. El “pudiera ser” es su forma elegante de no tomar partido, de evitar el peso de la decisión, la responsabilidad del sí o el no.
«Pudiera ser la vida que no nos atrevemos a vivir, las personas con las que deseamos fundirnos o los lugares que queremos transitar pese al terror de lanzarnos al vacío»
Es un disfraz del miedo: a equivocarse, a ser juzgados, a enfrentar las consecuencias de una posición firme. Es, también, una manera de quedar bien con todos, de no incomodar ni confrontar, aunque eso implique traicionarse un poco a sí mismos.
El artista crea una reflexión utilizando al pintor Gustav Courbet como excusa para llevarnos a un escenario donde bailan el placer, el erotismo y la culpa; una ensoñación pictórica y escultórica que nos enseña el mundo sin remilgos ni filtros.

De los sueños y temores de Courbet imaginados por Serzo somos testigos de un estudio de la erótica unida a la fantasía, desterrada hace tiempo del sexo que practicamos en esta sociedad de la omnipantalla.
El “pudiera ser” puede sonar elegante, incluso contemplativo, pero en exceso se convierte en una trampa. A veces, detrás de ese tono etéreo, se esconde una necesidad urgente de tomar postura, de aprender a decir “sí” o “no” con dignidad. Porque vivir en el “pudiera ser” eterno es, en el fondo, una forma de no vivir del todo.
La madurez sexual no tiene tanto que ver con la experiencia acumulada como con la presencia consciente en el vínculo. No es solo saber “hacer el amor”, sino saber habitarlo. Es la diferencia entre consumir un cuerpo y habitar una intimidad. Entre utilizar el encuentro como válvula de escape o como espacio de construcción simbólica, emocional y física.
Pero vivimos en un tiempo donde el deseo ha sido colonizado por la lógica de consumo: se prueba, se evalúa, se descarta. La intimidad se convierte en un test de compatibilidad instantánea, donde el otro es a menudo más producto que persona. Nos encontramos con una sexualidad disociada de su dimensión temporal: no se madura, se ejecuta. No se construye una relación, se usa un momento. Lo efímero le gana terreno a lo significativo.
Serzo estudia en esta exposición la sexualidad vivida como un juego y aborda la anatomía femenina con una autoridad que casi asusta; cuerpos que son paisajes, posturas que son el movimiento estelar del universo.
Construir un vínculo erótico implica riesgo, paciencia, y responsabilidad afectiva. Utilizar, en cambio, solo requiere oportunidad. Pero la cultura de “usar y tirar” se impone porque evita el conflicto, evita el compromiso, evita el miedo al rechazo profundo. Es más fácil quedarse en la superficie del contacto que descender a la profundidad del encuentro. Se evita la incomodidad del crecimiento.
‘Las tentaciones de Courbet’ de José Luis Serzo. Construir versus utilizar. La rigidez cultural como reacción o molde
Curiosamente, frente a esta cultura líquida y cambiante, muchas sociedades reaccionan con una rigidez cultural extrema: normas morales, tabúes sexuales, visiones estancadas del rol de género. Se defiende lo viejo no tanto porque funcione, sino porque al menos ofrece una forma. El caos de la libertad sin contención produce vértigo. Y a falta de una ética del deseo, se vuelve a imponer una moral del control.
Es un choque profundo: entre la hiperflexibilidad moderna que degrada el encuentro a consumo, y la rigidez tradicional que lo sofoca en reglas. En el medio, está la madurez: ese territorio difícil donde el deseo no se niega ni se trivializa, sino que se honra.
Las obras de José Luis Serezo están llenas de iconografías palpitantes, máscaras de la muerte, flores, ajos erotizados y un mar de telones carmesí que se nos antojan faldas hacia la locura de sentir, perdiendo precisamente los sentidos con ello. Y así, nos relata que vivir intensamente es también acercarse a la muerte.
La madurez sexual no es ni libertinaje ni represión. Es presencia, es artesanía relacional, es saber que el cuerpo no es una herramienta, sino un lenguaje. Es entender que construir vale más que usar, y que el tiempo no estorba: da profundidad. En una cultura que corre hacia lo próximo, elegir quedarse —y construir algo que dure— es un acto profundamente contracultural.
- ¿Dónde? En SUMMA Mallorca International Contemporany Art Fair
- Expositor: S Gallery / Saisho Art / Artista: José Luis Serzo
- ¿Cuándo? Del 29 de mayo al 1 de junio del 2025
- ¿Cómo llegar? Poble Espanyol de Mallorca
- Entrada gratuita.
‘Las tentaciones de Courbet’ de José Luis Serzo. Por Lidón Sancho Ribés. Crítica de arte y escritora