La isla como refugio del alma y del cuerpo. Un archivo de libertad en tiempos grises.
Ibiza al desnudo: la mirada liberadora de Oriol Maspons. En una época marcada por la polarización ideológica, el dogmatismo religioso y un conformismo social que amenaza con homogeneizar la diversidad del pensamiento, el legado visual de Oriol Maspons sobre la Ibiza de los años 80 irrumpe como un bálsamo de libertad y autenticidad.
Su obra, impregnada de sol, cuerpos despreocupados y una gozosa desinhibición, se nos presenta hoy no como una simple documentación de un tiempo pasado, sino como un espejo de lo que alguna vez fuimos y, quizás, lo que aún podríamos aspirar a ser.

Ibiza, durante aquella década luminosa, fue mucho más que un destino turístico. Se convirtió en un refugio hedonista y, al mismo tiempo, espiritual, donde convergían europeos cosmopolitas, jóvenes utópicos y bohemios desencantados con la rigidez de sus sociedades de origen.
Allí, entre las aguas turquesa y las noches infinitas, se gestó un microcosmos de libertad individual y expresión colectiva. Maspons, con su aguda sensibilidad y mirada empática, supo captar ese espíritu con una mezcla de ternura, ironía y absoluto respeto por sus protagonistas.

Ibiza al desnudo: la mirada liberadora de Oriol Maspons. Sol, sudor y sensualidad sin etiquetas.
Las imágenes del fotógrafo catalán revelan cuerpos al sol que no buscan la provocación sino la comunión; miradas que no posan sino que se abandonan; gestos que no simulan, sino que se entregan al instante. En sus retratos, el erotismo es natural y la sensualidad, democrática.
En la Ibiza de Maspons, los diminutos G-strings eran unisex y no escandalizaban, los besos no conocían género y el sudor en la pista de baile era el tributo a una euforia compartida, no el síntoma de una amenaza.

Oriol Maspons, figura clave de la fotografía española del siglo XX, había forjado ya una trayectoria destacada en el ámbito del reportaje, el retrato, la moda y la publicidad durante los años 50 y 60. Sin embargo, fue en Ibiza donde encontró un espacio para la libertad absoluta, tanto creativa como personal.
“La felicidad no es para siempre. Fuimos felices y no lo sabíamos”. Alex Maspon sobre Ibiza en los años 80
Lejos de encargos editoriales o restricciones formales, pudo entregarse a la fotografía por puro placer. Y ese goce se percibe en cada una de sus instantáneas: el goce del fotógrafo y el goce de sus modelos, ambos en simbiosis con una isla que ofrecía un oasis de autenticidad en un mundo cada vez más normativizado.

Después del franquismo, la euforia de existir
Las fotografías nos hablan, además, de un despertar colectivo. Tras décadas de represión bajo la dictadura franquista, España empezaba a descubrir, casi con vértigo, los frutos de la democracia: la libertad sexual, la experimentación artística, el cuestionamiento de los dogmas. Ibiza, en este contexto, funcionó como laboratorio social y como metáfora del deseo. Las playas no eran sólo escenario de ocio, sino de redención; las discotecas, no simples centros de consumo, sino auténticos templos de celebración.

Hoy, cuando tantas voces claman por una vuelta a valores supuestamente “tradicionales” y se levantan muros contra la diferencia, revisitar la Ibiza de los 80 a través del objetivo de Maspons es un acto casi subversivo. Su archivo no es nostalgia vacía, sino memoria viva.
Una memoria que nos recuerda, como bien apunta Álex Maspon, que “la felicidad no es para siempre. Fuimos felices y no lo sabíamos”. Pero en ese “no saberlo” reside precisamente la pureza de aquella felicidad: no era impostada, no se medía en likes ni se codificaba en algoritmos.

Las imágenes de Maspons nos devuelven una Ibiza menos mitificada y más humana. Una isla donde la belleza no se entendía como perfección física, sino como autenticidad; donde el cuerpo no era un campo de batalla moral, sino un vehículo de expresión; donde la libertad era no solo un derecho, sino una experiencia tangible. Al contemplarlas hoy, no podemos evitar preguntarnos: ¿qué hemos hecho con esa libertad? ¿Qué queda de aquel espíritu desinhibido y vital?

Quizás por eso, ahora más que nunca, necesitamos a Maspons. No solo para recordar un tiempo pasado, sino para reimaginar el presente. Su Ibiza no fue un paraíso perdido, sino una utopía vivida. Y, como toda verdadera utopía, tiene aún el poder de inspirarnos.
Ibiza al desnudo: la mirada liberadora de Oriol Maspons. Por Mónica Cascanueces.